miércoles, 24 de enero de 2018

Dulce Arrogante Capitulo33

Capitulo 33
Edward

A unas pocas cuadras de donde estaba Isabella, me tropecé con un viejo vagón de tren rojo que resultó ser una cafetería. Sonriendo, decidí entrar y tomar una taza de café. Había caminado toda la mañana y luego de vuelta a la playa durante horas esperando oír de Isabella. Algo de cafeína definitivamente era necesario si quería tener la resistencia para ir tan duro como planeaba cuando finalmente tuviera a mi mujer de nuevo en mis brazos.

—Quiero un café solo, grande —dije a la camarera mientras me deslizaba en la cabina. Todo el interior del restaurante estaba modernizado para funcionar como cafetería, aun así, gran parte del interior original de vagón de ferrocarril estaba intacto. Estaba sentado en un asiento auténtico de tren cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo. Ver el nombre de Isabella en la pantalla hizo que todo mi cuerpo al instante saltara a la vida. Lo rocé para abrir y me sorprendí al descubrir que no era un mensaje en absoluto.

Era una foto. O fotos, en realidad. Unas muy inesperadas. Una foto de sus hermosas tetas, una foto de sus sexys piernas, y una foto de su muy follable trasero. Las tres tomas eran similares a nuestro primer intercambio de mensajes, las fotos que había dejado en mi teléfono cuando salió de mi oficina furiosa. Pude ver que estas fotos fueron tomadas recientemente por las líneas de bronceado que ahora marcaban su piel. Me estaba sacando el dedo medio entre su clavícula esa primera vez, faltaba notablemente en las nuevas fotos. Las guardé en mi iPhone y le respondí de inmediato.


Edward: ¿Dónde estás? Esas son mis tetas, piernas y trasero. Voy por ellos.

Mientras me sentaba en la cafetería esperando su respuesta, tuve una sensación de Déjà vu. Ese tipo paseando una cabra de hoy tenía absoluta razón. Aquí estaba, sentando en un vagón de tren, mirando fotos de tetas, piernas y trasero de una mujer que me volvía loco. De nuevo. No había coincidencias en mi vida. Este viaje que tomamos, aunque jodido por el giro que hizo, estaba destinado a suceder.

Isabella: Estoy fuera con Rosalie. No volveré por unas horas.

Pasé mis dedos por mi cabello con frustración. Necesitaba verla ahora.
Si eso no era físicamente posible, al menos necesitaba saber con seguridad que estábamos en la misma página.

Edward: Dime que tengo razón. No puedo esperar más. ¿No fuiste infiel e hiciste esto por Chloe y por mí?

La espera mientras respondía fue agonizante.

Isabella: Le pedí a Jacob que fingiera estar conmigo. Es el primo de Emmet. Nunca te he sido infiel realmente.

Edward: Deberías haber hablado conmigo.

Isabella: Sé eso ahora. Fue estúpido.

Edward: Lo fue, y voy a ponerte sobre mi regazo y azotar tu trasero como castigo más tarde.

Isabella: ¿Lo prometes?

Edward: Quiero prometerte un montón de cosas, cariño. Pero preferiría hacerlo en persona. ¿A qué hora vuelves?

Isabella: No estoy segura. Te mandaré un mensaje cuando vuelva al apartamento. ¿Dónde estás?

Edward: A un par de cuadras, sentado en un tren.

Isabella: ¿Un tren?

Edward: No te preocupes. Está inmóvil. No voy a ninguna parte sin ti.

Isabella: ¿Lo prometes?

Edward: Nada me apartará de ti, Isabella.

Me senté en ese tren por más de dos horas esperando. Isabella había dicho que me mandaría un mensaje cuando llegara al apartamento y mi paciencia estaba disminuyendo. Incapaz de sentarme por más tiempo, caminé por la pasarela hasta que mi teléfono finalmente vibró.

Isabella: He vuelto.

Edward: De camino.

El apartamento del hermano de Rosalie estaba en la sexta planta, unidad
6G. Presioné el botón del ascensor y esperé pacientemente. La luz sobre las puertas lentamente se iluminó con cada número mientras subía los pisos.
La maldita cosa iba a paso de tortuga y aún tenía que bajar. No podía esperar tanto. Encontrando la puerta de las escaleras, empecé a subir el primero de seis pisos. Para el tercero, debería haber empezado a desacelerar, pero en su lugar, empecé a tomarlos de dos en dos. Mi corazón estaba latiendo fuera de mi pecho, aun así, ni siquiera estaba un poco falto de aire.
Necesitaba llegar a ella. Al principio del sexto piso, corrí el resto del camino arriba. Cuando alcancé su planta, abrí la puerta del pasillo y continué corriendo. La adrenalina latía a través de mis venas cuando llegué a la unidad 6G.

Intenté respirar profundamente para calmarme, pero fue imposible relajarme. Mi pecho se levantaba y bajaba. Necesitaba verla tan desesperadamente.

Toqué y esperé.

Cuando finalmente abrió, me congelé por un momento.

Isabella.

Dios, era jodidamente increíble.

Estaba de pie en la puerta, llevando solo un sujetador rosa y bragas y sus puntas estaban teñidas de rosa eléctrico a juego. Nunca en mi vida había visto tal belleza. Me quedé ahí por un minuto entero, solo observándola. Entonces, finalmente hablé:

—¿Qué significa el rosa eléctrico?

Me miró a los ojos.

—Amor. Significa que estoy enamorada.

Mis ojos se cerraron. Por un segundo, pensé que podría desmoronarme ahí en el umbral y llorar. Era tan jodidamente feliz, mis emociones necesitaban una salida.

—Me asusta entrar.

—¿Por qué? —Su rostro momentáneamente cayó.

—Porque hay tanto que quiero hacerte, tanto que siento ahora mismo, que me asusta no ser gentil.

Sus mejillas se sonrojaron un poco.

—No quiero que seas gentil. Quiero que seas tú. Un mandón imbécil estirado con un inesperado lado dulce. Un padre que va a amar a su hija incondicionalmente sin importar qué y nunca dejarla atrás. Y un compañero dominante en la cama que a veces lo necesita un poco rudo. Quiero todo de ti, Edward.

Di un paso dentro y cerré la puerta detrás de mí.

—Oh, vas a tener todo eso, definitivamente. Mi boca, mis manos, mis dedos, mi cuerpo, mi polla. —Tomándola en mis brazos, la besé con todo lo que tenía.

Entre besos, se disculpó una y otra vez.

—Siento lo que hice. Pensé que era lo correcto.

—Sé que lo hiciste. Solo prométeme que nunca me alejarás de nuevo, nena.

—Lo prometo.

La sorprendí levantándola y acunándola en mis brazos.

—Ya que respondiste la puerta con ese atuendo, supongo que Rosalie no está aquí.

—Tiene familia en Playa Hermosa. Se va a quedar con su primo esta noche.

—Recuérdame enviarle un regalo de agradecimiento. Quizá un auto.

Empecé a caminar por el pasillo en busca de su dormitorio. Cuando la dejé en el borde del colchón, me di cuenta de que su pie estaba vendado.

—¿Qué pasó aquí?

—Arreglé mi tatuaje.

—¿El de la pluma? —¿Cambió el que había replicado en mi pecho?

—Sí. —Se inclinó hacia el vendaje y lentamente quitó parte de atrás.
Contuve la respiración hasta que me di cuenta de que no había cambiado el tatuaje, le había añadido algo. Justo como yo había hecho, mi nombre estaba escrito sobre la pluma. Edward.

Sin palabras, me incliné y la besé. Cuando nos separamos por aire, apuntó sus ojos abajo de nuevo a su pie para que siguiera.

—¿No quieres ver el resto de los cambios que hice?

Entrecerré mis ojos.

—¿Más tinta?

—Adelante, quítalo. —Se mordió su labio inferior y levantó su torneada pierna.

Si había alguna duda en mi mente de que era la mujer perfecta para mí, ver lo que había hecho, habría eliminado hasta la última pizca. Miré abajo, las emociones ahogándome.

—No sé qué decir. Es hermoso. —Escrito en la misma caligrafía que mi nombre encima de la pluma, estaba Chloe, debajo.

—Te amo, Edward. Y a tu hija también. Sé que es pronto y que tenemos que ir despacio, pero quiero ser parte de su vida. Quiero estar involucrada.
Tenías razón. Solo por como las cosas resultaron con mi padre, no significa que no pueda funcionar. Quiero recogerla de clases de baile y quemar galletas con ella los fines de semana. Quiero verla crecer y aprender de su increíble padre. No solo te amo, Edward… —Atrapé una lágrima que caía por su mejilla—. Amo a Chloe también.

Oír esas palabras se sintió como si un gran peso fuera levantado de mis hombros. Me ama, y a mi hija también. Fue la primera vez desde que era un niño que sentí que tenía una familia de verdad de nuevo.

—Vine aquí con tantas emociones reprimidas, que estaba nervioso de no ser gentil contigo. Pero, de alguna manera, me suavizaste. Te amo también, hermosa… más que a nada. Estoy más controlado ahora, aunque aún necesito estar dentro de ti. Dime… —Empecé a quitarme la ropa—.
¿Quieres que te haga el amor ahora y te folle duro después; o quieres que te folle duro ahora y me guardo lo dulce para la próxima vez?

No respondió de inmediato. Me quité rápido mi ropa y cuando enganché los dedos en mi bóxer, me detuve y la miré por una respuesta.

—¿Qué va a ser, Isabella? —Me bajé los bóxers, revelando que ya estaba totalmente preparado para ella, para la opción que me diera.

Se lamió los labios.

—Follar primero. Dulce después.

—Buena elección. —Estaba sentada en el borde de la cama. Le quité las bragas y sentí la humedad ya entre sus piernas antes de levantarla—.
Envuelve tus piernas alrededor de mi cintura.

Nos moví a la pared, sujetando su espalda contra la misma, y no desperdicié tiempo en levantarla sobre mi polla.

—Jodeeeer. —Dejé escapar un gemido cuando la bajé sobre mí. Era increíble que hubieran pasado menos de dos semanas desde la última vez que estuve dentro de ella. La manera en la que lo había ansiado, hizo parecer una eternidad el tiempo que estuvimos separados. Intenté ir despacio al principio, asegurándome de que su cuerpo estaba listo para mí. Pero cuando gimió y me dijo que me amaba y amaba mi polla dentro de ella, todas las apuestas terminaron.

La embestí duro y rápido. En un punto, me preocupó estar haciéndole daño por el sonido de su cuerpo golpeando repetidamente contra la pared.
Pero cuando intenté ir con más calma, me rogó que fuera incluso más duro.
No había nada mejor que escuchar a la mujer que amas decirte que amaba tu polla y lo quería más duro. Nos corrimos largo y duro, gritando mientras nos liberábamos al mismo tiempo. Estaba seguro de que los vecinos tenían que haberlo oído. Diablos, quería que lo oyeran. Quería que todo el puto mundo supiera lo que esta mujer me hacía.

Murmuré contra sus labios:

—Jodidamente te amo, Isabella Swan Venedetta.

—También te amo, Trajeado. Creo que me enamoré de ti antes incluso de conocerte.

Sonreí con suficiencia.

—Debió haber sido mi increíble encanto por mensaje.

—En realidad, eras bastante imbécil. Fueron las fotos que mantenías en tu teléfono las que me hicieron darme cuenta que había un hombre hermoso bajo ese corazón de acero.

—Me gustan las fotos que recibí esta mañana mucho más que las que hubo antes de conocernos. Tal vez deberíamos hacer fotos diarias como parte de la compensación que me debes por el dolor que me has hecho pasar.

—Puedo hacer eso. Es fácil.

—No dije que sería toda tu compensación.

—Déjame adivinar, ¿tomarás un pago adicional en forma de mamadas?

—Eso suena como un principio.

Sus cejas se alzaron.

—¿Un principio? ¿Cuánto tiempo voy a estar en deuda contigo para resarcirme exactamente?

Acuné sus mejillas.

—Diría que sesenta deberían servir.

—¿Sesenta días? Creo que puedo manejar eso.

Años, Isabella. Espero sexys fotos y mamadas durante los próximos sesenta años.

Su rostro se volvió serio.

—En realidad, no hay nada que me gustaría más.

—Bien. Porque realmente no tenías opción en el asunto. Esta fue la primera y última vez que me dejarás.




5 comentarios:

cari dijo...

😂😂😂😂😂 😘❤😜😍Gracias

Unknown dijo...

Lo amé totalmente muchas gracias por compartir esta historia😘😘😘

Anónimo dijo...

Aaaa!!! YEI!!! Ya hubo reconciliación!!! 7u7
Y vaya que manera!!!
Ay me encanto lo que bella hizo ^w^
Ahora tendré que hacerme mi tatuaje de una pluma, chance e igual me consigo a mi trajeado 7u7 *w* xD

Ana dijo...

muchas gracias por el capítulo y por la historia

Laura Natalia dijo...

Ahh q bonita reconciliacion 😍😚

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina