domingo, 14 de enero de 2018

Dulce Arrogante Capitulo 19

Capitulo 19
Isabella
Se suponía que Edward recibiría hoy los resultados de la prueba de ADN. Aunque no me había pedido específicamente que estuviera allí, quería sorprenderlo. Dijo que los resultados estarían listos en algún momento antes del mediodía, así que me tomé toda la mañana libre en el trabajo.

En otra muestra de solidaridad, era hora de deshacerse del rojo. Me había teñido las puntas de mi cabello en azul lo que Edward sabía era una señal que las cosas iban bien en mi vida. Si realmente creía eso o no, sabía que ese gesto lo tranquilizaría con respecto a nosotros.

Deteniéndome en Anil's, recogí dos bagels con mantequilla y dos jugos en mi camino a Cullen Financial Holdings. Al atravesar las puertas de cristal, ya ni siquiera me molesté en registrarme con la recepcionista. En vez de eso, solo pasé por delante de ella y me dirigí hacia la oficina de mi novio como si fuera la dueña del lugar.


Podía oírla corriendo detrás de mí.

—¿Señorita Swan?

Me di la vuelta.

—Está bien. Pensé que Edward y yo explicamos que estábamos involucrados. Ya no necesitas anunciarme.

—No es por eso que la he detenido —dijo la recepcionista.

—Está bien. Entonces ¿qué pasa?

—Bueno... nosotros... algunos de los empleados de aquí solo queríamos agradecerle.

—¿Agradecerme? —mi frente se arrugó—. ¿Por qué

—Desde que empezó a verla, ha sido diferente. Más agradable. Más fácil de tratar. No sé si tiene una vagina mágica o qué... pero sea lo que sea que hagas, sigue haciéndolo. Ha hecho todas nuestras vidas mucho más fáciles.

Algunas de las personas sentadas en cubículos cercanos, la escucharon. Uno empezó a aplaudir y otros siguieron. Allí de pie con mi bolsa de papel grasosa, esta gente me aplaudía.

¿Se suponía que me inclinara?

Edward debió haber escuchado la conmoción porque la puerta de su oficina se abrió.

—¿Qué demonios está...? —El ceño fruncido en su rostro se suavizó cuando me vio—. Isabella. —Sonrió—. ¿Me perdí de algo aquí? ¿Por qué están aplaudiendo?

Miré a los empleados y guiñé un ojo.

—Solo les contaba un chiste.

—Ya veo. Bueno, ¿por qué no mueves tu espectáculo de una sola mujer a mi oficina entonces?

La puerta se cerró detrás de nosotros, y Edward me apoyó contra ella, plantando un firme beso en mis labios y luego dijo:

—Todos están locos por ti... igual que yo. Esta fue una malditamente agradable sorpresa.

—No quería que pasaras por esto solo.

Puso su frente en la mía.

—Sabes... realmente te quería aquí. Pero al mismo tiempo, no estaba seguro si te haría sentir incómoda. No quería presionarte, pero me alegra que hayas venido.

—Bueno, tengo la sensación de que voy a tener que practicar lidiar con la incomodidad.

Tomó mis mejillas.

—Vayamos un día a la vez. ¿Puedes hacer eso por mí?

Asintiendo contra sus manos, dije:

—Lo intentaré.

Nos sentamos juntos a comer nuestros bagels durante la siguiente media hora. Edward tenía sus pies sobre el escritorio y lucía más relajado de lo que esperaba. A través de las ventanas de su oficina, el sol brillaba, reflejándose en sus ojos que brillaban mientras me miraba comer. Parecía estar muy bien considerándolo todo.

—Luces bien. ¿No tienes miedo de recibir la llamada?

—¿Sabes qué? Sinceramente me sentía mal de mi estómago hasta que llegaste aquí. Sabiendo que estás aquí para mí, sin importa lo que pase, verdaderamente hace toda la diferencia.

—Me alegro de haber podido mejorarlo todo.

—Mejoras todo en mi vida, nena. Todo.

Atravesó el escritorio y tomó mi mano, colocando suavemente un beso en mis nudillos. El sonido de su intercomunicador interrumpió nuestro momento.

—¿Señor Cullen? La señorita Denali está aquí. No tenía una cita, pero insiste que le deje saber que está aquí de todos modos. Dice que usted sabrá de qué se trata.

Mi estómago se sintió inquieto mientras retiraba mi mano de la suya.

—¿Tanya está aquí?

Cerró sus ojos y frotó sus sienes con frustración.

—Joder. Le dije que no quería que viniera para los resultados. Debería haber sabido que no me escucharía.

—Bueno, no puedes echarla de aquí.

—Seguro que puedo.

—Créeme, me encantaría que la echaras ahora mismo, pero ¿cómo va a hacer las cosas más fáciles si descubres que Chloe es tuya? Vas a tener que lidiar con ella, te guste o no. Cuanto antes aprendas cómo, mejor.

Profundo en sus pensamientos, asintió después de un momento.

—Tienes razón. —Presionando el botón, dijo—: Déjala pasar.

Nuestro relajante desayuno oficialmente se había terminado.

Tiré nuestras envolturas de la comida para distraerme de los nervios se arrastran dentro de mí.

La puerta se abrió y Tanya entró en la oficina, cerrando silenciosamente la puerta tras ella. Estaba vestida de manera conservadora, llevaba una falda lápiz gris y una blusa de color crema, sin mangas, que mostraba sus torneados brazos. Su olor era familiar, Chanel No. 5. Me di cuenta que estaba constituida al estilo de la anfitriona de la televisión, Kelly Ropa, pequeña y esbelta. En realidad, se parecía un poco a ella.

Edward ni siquiera la miró. Se quedó en silencio, jugueteando con su reloj, un hábito nervioso que hasta ahora, casi pensé que había superado por completo.
Tanya hizo contacto visual conmigo primero.

—Isabel, no me di cuenta que estarías aquí.

—Es Isabella. Y, sí, estoy aquí para apoyar a Edward cuando lleguen los resultados.

Se sentó.

—Así que... lo sabes todo.

—Sí. Él y yo no guardamos nada el uno del otro.

—Bueno, es amable de tu parte estar aquí para él.

Edward finalmente habló con ella.

—Creí que habíamos discutido el hecho que prefería que no vinieras aquí hoy.

—Tengo que estar aquí, Edward. Estoy segura de que le has dado a Isela una idea de lo mala persona que soy, pero también estoy aquí hoy para ayudarte.

El tono de Edward fue severo.

—Es Isabella. No Isabel. Ni Isela. Isa-BE-lla. ¿Qué tan difícil es?

—Isabella... Isabella... lo siento... estoy un poco nerviosa, ¿de acuerdo?
No he venido aquí para causar problemas. Solo trato ser de apoyo también.
Me doy cuenta de que toda esta situación es culpa mía. No estoy negando eso, pero no puedo cambiar el pasado. Solo intento hacer bien las cosas. Si tengo que pasar el resto de mi vida compensándolo, lo haré. —Parecía como si estuviera a punto de llorar. O estaba realmente alterada, o merecía un
Oscar. Edward permaneció inafectado por su pequeño colapso.

Pasaron varios minutos de incómodo silencio mientras Edward pasó de juguetear con su reloj a girar los extremos de una pluma entre sus dos dedos índice.

Lo arrojó a través de la habitación y gruñó:

—¿Qué demonios les está llevando tanto tiempo?

Tanya se esforzaba por aliviar el estado de ánimo y miró a mis pies.

—Me gustan tus zapatos. ¿Qué marca son?

—Michael Kors. No son Louboutins, ni nada, pero me gustan. Son cómodos para ser plataformas.

Ella sonrió.

—También me gustan.

Edward rodó su silla hacia atrás y se levantó. Empezó a caminar y parecía estar perdiendo su calma, así que traté de tranquilizarlo.

—Dijeron antes del mediodía, ¿cierto? Bueno, todavía hay un poco de tiempo.

Sacó su teléfono.

—Voy a llamar al laboratorio. —Lo puso en el altavoz.

Una mujer respondió:

—¿Laboratorios Culver?

—Sí. Soy Edward Cullen. Se suponía que recibiera una llamada antes del mediodía de hoy con los resultados de una prueba de paternidad que su laboratorio realizó para mí esta semana. Estamos a tres minutos del límite. Quisiera mis resultados ahora, por favor. Arnold Schwartz indicó que él  todo personalmente para asegurarse que estos resultados estuvieran listos esta mañana. Tengo un número de referencia especial que me dio por si lo necesita.

—Sí, señor. Eso sería útil.

Mientras Edward le daba la información, dije una oración silenciosa para que, por algún milagro, resultara que no era el padre. No estaba segura de si eso me hacía una mala persona o qué. Hasta que llegara  esos resultados, todavía había esperanza en lo que a mí respectaba. ¿Y si hubiera un tercer hombre del que no supiéramos... uno que fuera más oscuro como Edward, que tal vez se parecía a él? Cualquier cosa era posible, ¿cierto? El chasquido de un teclado podía ser oído en el fondo mientras la mujer recuperaba la información.

—Voy a ponerlo en espera, señor Cullen. Parece que los resultados están listos, pero cuando le indicaron que alguien lo llamaría para entregárselo, al parecer se basaron en la hora del Pacífico. Pero aquí en el sistema se muestra que la prueba ha sido completada. Solo necesito ver si tenemos personal autorizado disponible para darle esos resultados.

Él susurró en voz baja.

—Jesucristo.

Estas personas en la costa oeste no tenían idea de cuánto dependía de esto. Si lo hicieran, seguramente se apresurarían.

Tanya exhaló y me miró.

—Esto es muy destroza nervios.

No sabía por qué estaba haciendo un intento de hablar conmigo. En cualquier caso, estaba demasiado histérica como para responder. Volví mi atención hacia Edward. La actitud relajada de más temprano era como un recuerdo lejano. Lucía tan preocupado. Creo que una parte de él quería que Chloe fuera suya, mientras que otra parte estaba aterrorizada por el escenario opuesto, donde una niña que había imaginado como suya se quedaría sin padre.

Mis entrañas se sentían como si estuvieran retorciéndose, y me pregunté si esto era lo que sucedía cuando verdaderamente amabas a alguien, que físicamente podía sentir el miedo de esa persona. Su miedo era mío. Su dolor era mío. Su vida ahora estaba fusionada con la mía. No le había dicho que lo amaba, pero mientras estaba ahí sentada sintiendo que todo mi futuro dependía de los próximos minutos, llegué a la conclusión que esto tenía que ser real.

Amaba a Edward J. Cullen. El Sr. Gran Imbécil. Arrogante Trajeado.
Célibe en Manhattan. Cincuenta sombras de Cullen. Los amaba a todos.
Amaba que apreciaba todas mis idiosincrasias. Amaba que me protegiera.
Amaba que me hiciera sentir por primera vez en mi vida como si yo fuera la persona más importante para alguien, para él. La cosa era, dependiendo de estos resultados, ya no sería lo más importante. Su hija siempre sería y debería ser lo primero. Así era como se suponía que debía ser. Eso era lo que
Cherlie Swan nunca entendió.

La voz de un hombre llegó desde el altavoz.

—¿Señor Cullen? Gracias por esperar, mi nombre es Brad. Soy uno de los gerentes del laboratorio. Me disculpo por el retraso. Tengo sus resultados.

Edward tragó saliva.

—Está bien…

—Hay, al menos, un 99.9 por ciento de probabilidad que usted sea compatible. Estos resultados son concluyentes para demostrar la paternidad.

Llevo su mano hacia su boca y soltó una larga y lenta exhalación en su mano.

El hombre continuó:

—Hoy vamos a enviar por Fedex la copia impresa de sus resultados del laboratorio. Debería recibirlos mañana. Una vez más, me disculpo por el retraso.

Tanya se cubrió la cara y empezó a llorar.

—Gracias —dijo Edward simplemente. Colgó el teléfono y me miró directamente a los ojos.

Tratando de mantenerme compuesta, solo seguí asintiendo con mi cabeza una y otra vez en un intento de convencerlo a él y a mí misma que las cosas iban a estar bien.

—Está bien —dije vocalizando.

En el fondo, estaba lejos de estar segura de eso. Sabía que lo amaba. Eso era todo lo que sabía. Solo esperaba que fuera suficiente.




2 comentarios:

cari dijo...

😖 es el papá q ridícula la tanya q llora es tan estúpida, gracias

Laura Natalia dijo...

Ayy q mala noticia,pues si resulto q Edward es el padre d Chloe.😯😢

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina