sábado, 28 de octubre de 2017

Amarte en secreto Capitulo 10


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capitulo con alto contenido erotico y sexual asi como el lenguaje
Capitulo 10

Destrozada no podía empezar a describir lo que se siente tener que volver a mi habitación, sabiendo que me quería en la misma forma que yo lo quería, pero que nunca tendríamos una oportunidad. Se sentía vacío aquí ya, y ni siquiera se había ido todavía.

 Me molestaba que tuviera que volver a su casa a esa situación con su madre. No es que sus interacciones con Charlie hubieran sido nada menos que horribles, pero al menos aquí, yo podría haber estado para apoyarlo. Él realmente no había ganado en el departamento de los padres, no importa como lo mires.


Había empezado a abrirse conmigo. Sabía que si se quedaba, habríamos crecido más cerca. Traté de convencerme de que esto era lo mejor porque se iba en el verano de todos modos. Pero a pesar de mi diálogo interno, el dolor en el pecho, no se iría.

 No pude dejar de envidiar a todas esas chicas de la escuela que habían tenido la oportunidad de experimentar el estar con él en un nivel físico. A pesar de que me conecté con él de una manera diferente y mejor, aún había un profundo anhelo de lo que me había perdido.

 Mi madre entró brevemente para comprobarme y para preguntar si había escuchado las noticias sobre Edward dejándonos.

—Ustedes dos parecían estarse llevando mejor. Es una pena que él quiera volver ahora a la casa de su madre. Podría haberse quedado hasta que terminara el año escolar.

Ya que mi madre no sabía nada sobre la verdadera razón del por qué Esme estaba de vuelta a casa, yo asentía principalmente con mi cabeza mientras hablaba. Hice mi mejor esfuerzo para ocultar las lágrimas que hasta entonces habían estado cayendo bastante constantes. Me dio un beso de buenas noches, y me quedé agarrando el Snoopy de peluche que había sido mi mano derecha desde que tenía tres años.

Fue así como se suponía que mi noche terminaría.

***

 Fue solo un leve golpe en la puerta de mi dormitorio. Pensándolo bien, un ligero golpe, apenas parecía apropiado para lo que sucedió después de que la abrí.

Su pecho subía y bajaba con pesadas respiraciones.

—¿Estás bien? —pregunté.

Durante unos segundos, Edward me miraba como si no supiera cómo había llegado a mi puerta. —No.

—¿Qué pasa? Sus ojos tenían un hambre frenética en ellos. —A la mierda mañana.

Antes de que pudiera procesarlo, sus cálidas manos ahuecaban mi cara y trajeron mi boca a la suya. Un gemido desde el fondo de su garganta vibro por la mía, y me atrapó con una profunda inspiración de aire. Su pecho se apretó contra mi pecho mientras me empujaba de nuevo en la habitación. La puerta se cerró detrás de él.

¿Qué estaba ocurriendo?

Su boca era caliente y húmeda, ya que devoraba la mía, su lengua rodeando el interior casi con desesperación. Esto fue mucho más intenso que las dos últimas veces que había besado, y me di cuenta que era lo que se sentía cuando Edward no se contenía. Esto era diferente y un preludio de algo más.

 Dejó de besarme por un momento, y sus manos se deslizaron de mi cara a lo largo de mi cuello. Tiró de mi cabello, doblándome el cuello hacia atrás. Chupó la base antes de besar su camino de regreso y suspirando en mi boca.

Mi lengua se echó hacia atrás y hacia adelante sobre su piercing, y él respondió mordiendo suevamente mi labio inferior mientras gemía entre dientes.

Quería más.

Estaba lista.

 No había duda en mi mente; iba a dejarlo ir todo el camino.

Cuando se detuvo para mirarme, me tomé la oportunidad de preguntar lo que absolutamente debía saber. —¿Qué pasó?
Tomó mi mano y me llevó a la cama donde se sentó y levantó mi cuerpo de modo de que estaba a horcajadas. El calor de su erección presionada contra mi palpitante clítoris. Puso su cabeza en el medio de mi pecho y habló por mi camisa, haciendo a mis pechos a sentir un hormigueo.

—¿Quieres saber lo que me pasó? —susurró con voz ronca—. Por fin abrí la carta que me escribiste después de leer mi libro. Eso es lo que pasó. Nadie me ha dicho nunca esas cosas antes, Bella. No me lo merezco.

Pasé los dedos por su pelo, que se sentía como la seda. —Te las mereces. Quise decir cada palabra.

Me miró a los ojos. —Las palabras en esa carta... Yo las llevaré conmigo para siempre. Yo nunca podría reembolsarte por lo que me diste. Entonces, pensé en que ni siquiera podía darte la única cosa que me pediste. Lo que me hizo estar más enojado mientras estaba haciendo las maletas. Decidí que prefiero tener esta noche que nada en absoluto. Es jodidamente egoísta, pero quiero tu primera vez. Quiero ser el primero que te muestre todo y ser el único que siempre recordaras por el resto de tu vida. Pero solo si era a lo que te referías cuando dijiste que lo querías.

—Lo quiero más que a nada. —Lo jalé y apreté contra mi pecho.

Se resistió, mirando a mis ojos de nuevo. Su expresión era seria. —Mírame, Bella. Porque lo necesito para asegurarme de que estás realmente bien con el hecho de que esto terminaría mañana. Nunca serías capaz de decirle a nadie. Te daré cualquier cosa y todo lo que quieras esta noche, siempre y cuando entiendas realmente todo eso. Tienes que prometerme que podrás manejar esto.

—Puedo manejarlo. Ya te dije que yo quería que mi primera vez fuera contigo, incluso si es la única vez. Yo no quiero que te detengas. Quiero que me enseñes todo. Quiero experimentar las mismas cosas que todas las otras chicas tuvieron. No quiero que me trates de cualquier otra manera.

 —No te daré exactamente lo mismo... pero puedo darte más. ¿Bueno? Te puedo dar algo mejor. Puede ser una noche, pero voy a aprovechar cada segundo.

Esto estaba realmente sucediendo.

De repente mis nervios obtuvieron lo mejor de mí, Edward se dio cuenta y puso sus manos sobre mis hombros. —Estás temblando. Tal vez esto no sea una buena idea.

—No puedo evitarlo. Voy a estar nerviosa, pero es en el buen sentido.

Todavía estaba sentada encima de él cuando me miró en un último momento de vacilación. Cogí su cara con las manos y lo besé profundamente en un intento de demostrar que estaba tan lista como lo podría estar. Lo miré a los ojos por última vez y le dije—: Quiero esto.

Buscó en mis ojos durante varios segundos y luego me levantó y se puso de pie. Frotando las yemas de sus dedos a lo largo de mi cuello, las movía lentamente en un movimiento como de rasguño luego envolvió su mano alrededor de la mitad como si... fuera a ahogarme. Pero no era nada de eso. Solo se aferró a mi cuello, frotando suavemente con el pulgar. Sentí que me mojaba por solo la forma en que me miraba, como si no hubiera nada más en el mundo que estar conmigo.

—Me encanta tu cuello. Fue la primera cosa que quería besar. Es tan largo y delicado.

Cerré los ojos e incliné mi cabeza hacia atrás. Todavía no me besaba, solo apretaba ligeramente mi cuello.

Por último, trasladó sus manos hacia abajo y poco a poco me levantó mi camiseta sin mangas. Tenía los ojos vidriosos mientras miraba mis pechos.

 En un momento estúpido de la inseguridad, le dije—: Son pequeños.

 Me besó en la mejilla y luego me habló al oído. —Bueno. Encajan perfectamente dentro de mi boca.

 Luego sus manos agarraron mis costados y bajaron mis pantalones cortos. —Mierda —murmuró y me miró con una sonrisa pícara cuando se dio cuenta de que no llevaba ropa interior. Pateé mis pantalones cortos y me paré frente a él, me sentí vulnerable.

 Solo siguió mirándome durante varios segundos, y me volvía loca que guardara un poco de distancia.

A medida que su mirada me recorrió de pies a cabeza, en cierto sentido, todos los movimientos de sus ojos me hacían sentir que me estaba tocando.

Dio un paso hacia adelante y habló en voz baja justo debajo de mi oreja.—¿Hay algo en particular que desees que haga o te muestre primero?

 Mi cuerpo seguía temblando en anticipación.

Todo.

¿Cuáles son mis opciones?

Se rascó la barbilla. —Cuerda, cadena, esposas... cinturón.

—Um...

De inmediato tomó mi cara entre sus manos. —Oh, Dios. Eres tan linda. —Me besó firmemente en los labios—. Había una pequeña parte de ti que se preguntó si yo hablaba en serio. Era broma.

—Lo supuse. No estaba cien por ciento segura.

 —Así que... ¿nada en particular?

—Podrías empezar por tocarme, tal vez quitarte la ropa, también.

—Quieres que me quite la ropa, ¿eh?

—¿No es por lo general como funciona?


Poco a poco, sacudió la cabeza y me mordió la nariz. —No.

 —¿No?

me quitaras mi ropa. Pero no hasta que juguemos un poco.

—¿Jugar?

—No tienes ninguna experiencia. No puedo desnudarme y empezar a follarte. Tienes que estar lista para mí. Te dañará la primera vez no importa qué, por lo que me debo asegurar de que estás tan mojada como sea posible. A veces, menos es más al principio, porque cuanto más lo retengo, más querrás, más lista estarás. —Liderando, nos acercó a la cama, se recostó contra el cabecero y me llevó encima para que me sentara a horcajadas sobre él. Se encontraba totalmente duro debajo de mí.

Te sientes listo —bromeé.

—He estado listo desde el día en que entré por la puerta, te eché un vistazo y me di cuenta que estaba jodido.

—¿Siempre has querido esto?

Asintió. —Hice un buen trabajo ocultándolo por un tiempo, ¿no?

—Se podría decir.

 Me empujó hacia abajo sobre la erección a punto de reventar a través de sus pantalones cortos de camuflaje. —Es bastante obvio ahora, ¿no te parece?

 Le palpitaba entre mis piernas mientras frotaba mis manos sobre la camiseta negra que se extendía frente a su torso. —Sí.

Al igual que el oscurecimiento de un cine antes del comienzo de una película, la ligereza de su expresión se desvaneció, lo que indicó que las cosas estaban a punto de comenzar. Envolvió sus manos alrededor de mi cuello de nuevo. Las deslizó hacia abajo y tomó mis pechos, masajeando lentamente y con firmeza mientras me perforaba con sus pantalones cortos. Me apretó contra su polla para satisfacer la excitación que se estaba construyendo en mí con cada movimiento de sus manos.

Mantuvo una mano en mi pecho y levantó la otra a mi cara, frotando su pulgar sobre mi boca luego empujó dos de sus dedos dentro —Chupa.

 Su piel tenía un sabor salado. Apreté los músculos entre mis piernas, lo cual lo estimuló, por la mirada en su cara, mientras miraba sus dedos entrando y saliendo de mi boca.

Cuando los sacó, frotó la humedad de mi saliva sobre mi pezón derecho y lamió su otra mano antes de frotar sus dedos sobre mi pezón izquierdo.

—Son perfectos. —Edward deslizó ambas manos por mi torso y las envolvió a mí alrededor, apretando mi culo—. Así que es esto. —Me dio  un ligero golpe y sonrió. —Quiero hacer cosas con esto —dijo mientras agarraba más fuerte.

Quería que me besara tanto o que pusiera su boca sobre mí de alguna manera mientras me tocaba, pero solo seguía mirándome mientras masajeaba mi culo. Deslizando mis manos bajo su camiseta, continué moliendo su polla. —¿Puedo quitarte esto?

—Está bien... pero solo la camisa.

La levanté por encima de su cabeza, causando que su pelo alborotado se volviera aún más desordenado. Me maravillé de los contornos de su corte, el pecho bronceado. Tenía un pequeño anillo de pezón en el lado izquierdo. Yo lo había visto sin camisa muchas veces antes, pero nunca de cerca con la posibilidad de tocarlo.

 Moví mis manos sobre los tatuajes en sus brazos, la palabra Lucky a su derecha y la manga completa a su izquierda y abajo a los tréboles en su estómago. Pasé los dedos por el sendero feliz de pelo que llevaba a sus pantalones cortos. Apretó sus abdominales por mi tacto, y sentí su polla contraerse debajo de mí.

—¿Punto sensible?

—Fue... cuando tocaste mis abdominales. Me agaché y besé su pecho suavemente, y ese gesto íntimo parece haber tenido un efecto en él. Cuando me retiré, me tomó por sorpresa cuando me empujó de nuevo en él y me mantuvo allí durante un tiempo. Mi pecho desnudo se aplastaba contra su corazón que latía rápido y sin control.

—¿Por qué tú corazón se acelera? —pregunté.

—No eres la única tratando de hacer algo nuevo.

—¿De qué hablas?

 —Nunca he sido el primero de alguien.

—¿En serio?

—Sí... de verdad.

—¿Estás nervioso?

—Es solo que no quiero hacerte daño. —La forma en que me miró cuando lo dijo, me hizo darme cuenta que no hablaba realmente del dolor físico. No quería que me apegara a él.

Mi pecho se apretó, y yo estaba bastante segura de que era una mentira cuando le dije—: No lo harás.

Lo harás, pero te quiero de todos modos.

—Te quiero tan jodidamente tanto, pero me contengo porque tengo miedo de que esto te vaya a dañar en más de un sentido.

—Edward, me preguntaste qué quería. Lo que yo quiero es que no te detengas. Solo tenemos esta noche. Por favor... no te detengas.

Por primera vez desde que entró a la habitación, me besó con la misma hambre ferviente que yo anhelaba, me amarre a su lengua y gimiendo en mi boca.

Me dio la vuelta sobre mi espalda y se arrodilló encima de mí, me bloqueo con sus brazos. Su cabello despeinado le caía sobre sus hermosos ojos grises cuando me miró y una vez más atasco dos de sus dedos en mi boca. Me di cuenta de que si quería que dejara ir su aprehensión, necesitaba dar un paso hacia el frente.

Agarré la mano y chupé los dedos con fuerza, llevándolos profundamente en mi garganta. Sus ojos estaban entrecerrados a medida que yo miraba fijamente como lamía sus labios. Entonces, se agachó y extendió mis piernas de par en par.

 —Hermosa —susurró mientras deslizaba su dedo dentro de mí—. Dios, estas tan mojada. —Lo saco y lo reemplazó con dos dedos la siguiente vez, empujándolos hacia mí  lentamente tan profundo como podían ir. Di un grito ahogado.

—¿Se siente bien?

—Sí.

Empezó a mover sus dedos dentro y fuera más y más rápido. Incluso podía oír lo mojada que estaba. Apreté mis pechos juntos, incliné mi cabeza hacia atrás, y mi cuerpo se sacudió. Comencé a perder el control, moviendo mis caderas para encontrarse con su mano. Él sabía que me vendría ya que sacó sus dedos de mí de repente. —No te vengas todavía —dijo.

 Me dio la vuelta para que estuviera de nuevo encima y me moví hacia atrás y adelante sobre su polla. Sus shorts estaban empapados de mí. En cualquier momento dado, podría haber llegado si me hubiese dejado. Parecía que tenía la habilidad de sentir cuando estaba a un punto de romperme, cuando me tocaba un punto de ruptura. Me detuvo y retrocedió.

—¿Te sientes lista ahora?

—Sí. He estado lista.

—Quiero que te toques.

 Me hallaba estaba de rodillas sobre él mientras mis dedos frotaron mi clítoris.

Mis rodillas empezaron a temblar.

—¿Qué quieres, Bella?

—Quiero verte desnudo.

—Entonces, toma lo que quieres.

Abrí la cremallera de sus pantalones cortos con mi mano libre, y me ayudó a empujar hacia abajo. Cuando su polla saltó hacia adelante  de sus calzoncillos, me sorprendió tanto como cuando me tropecé con él.

Sonrió, sabiendo muy bien la razón de mi reacción. —¿Ocurre algo?

—Yo solo…

Sofocaba una risa. —Parece como si tuvieras algunas preguntas.

—En realidad no... Yo…

 —Quítalas del camino

Conseguí mi primera mirada cerca la perforación circular. —¿Va a romper el condón?

—Eso nunca ha sucedido. Yo uso un tipo grueso y extra grande por eso... y extra grande también por la otra razón. —Me guiñó un ojo.

 Me reí nerviosamente, en serio no entendía cómo iba a encajar dentro de mí.—¿Te duele?

—Llevó mucho tiempo para sanar, pero en lo más mínimo.

—¿Va a hacerme daño?

—Me han dicho que en realidad aumenta el placer.

 —Guau.

—¿Algo más?

—No. Estoy bien.

 —¿Segura? Ahora es tu oportunidad de correr.

 Me incliné y presioné mis labios en los suyos, y ambos nos reímos a través del beso.

 Podía sentir el metal de la perforación cuando su polla se deslizó contra mi estómago. Apreté los músculos entre las piernas con una renovada necesidad de satisfacerme.

Me levantó de él y colocó la mano sobre su polla. —Tócame mientras te tocas y escúchame si te digo que pares.

 Con una mano en mi clítoris y otra sobre él, hice lo que me dijo. Nada me había excitado más que ver la acumulación de humedad en su punta con cada golpe de mi mano, sintiéndola caliente y resbaladiza, creciendo aún más que antes. Me encantó ver que me miraba.

Respiraba sin control. —Para.

—Quiero sentirte dentro de mí ahora —dije.

 —Lo tendrás. Hay algo más que necesito hacer primero... solo para asegurarme de que estés lista.

—¿Qué?

En lugar de contestarme, deslizó su cuerpo hacia abajo y me levantó. Todavía no estaba exactamente segura de lo que hacía, pero luego se volvió claro cuando colocó su cara justo debajo de mi entrepierna. Di un grito ahogado cuando lo sentí: la más increíble sensación de mi vida. Yo nunca podría haber imaginado lo bien que su boca caliente presionando contra mí se sentiría. Su lengua rozó mi montículo en movimientos lentos pero firmes. Cuando gimió, vibraba a través de mi núcleo, y dejó escapar un sonido ininteligible.

 —Ssh —dijo contra mí—. Tenemos que estar en silencio.

Se sentía imposible. —Tienes que dejar de hacer eso, entonces.

—No quiero. Sabes muy bien —dijo mientras su lengua continuaba sobre mí. A continuación, se deslizó dentro de mi apertura mientras presiona su boca más fuerte contra mi clítoris.

Oh. Mi.

—Me voy a venir si no te detienes, Edward.

Chupó mi clítoris una última vez y poco a poco lo liberó de las garras de su boca. Me palpitaba entre mis piernas, temblando y sentía las lágrimas comenzando a formarse en mis ojos.

 Se deslizó hasta estar encima de mí, tomó mi cara entre sus manos y me sonrió. —Ahora... ya estás lista.

Metió la mano en el bolsillo de sus pantalones cortos que estaban en el suelo y sacó un condón. Arrancó el paquete con los dientes, y la expresión de sus ojos me hizo crecer con anticipación. Edward deslizo el condón sobre su grueso eje y apretó con cuidado la punta.

Me acomodé debajo de él, me besó profundamente mientras su polla se frotaba contra mi sexo. No pude aguantar más y envolví mi mano alrededor de él, y lo llevé a mi entrada.

—Con calma —advirtió—. Va a doler.

—No me importa.

—Lo hará. —Extendió mis rodillas hacia atrás lo más que pudo—. Aférrate a mi espalda y me aprietas, me golpeas, me muerdes... haces lo que tengas que hacer si duele, pero por favor, no grites. No pueden saber que estamos aquí.

Incluso tan mojada como me encontraba, ardió como el infierno cuando por primera vez intentó entrar en mí. Clavé las uñas en su espalda para frenar el malestar. Respiré mientras me estiraba. Con el tiempo, el dolor se hizo tolerable. Nunca olvidaré la manera en que se sintió cuando estuvo completamente dentro de mí por primera vez o el sonido que hizo. Había estado tan controlado hasta ese momento cuando cerró los ojos y jadeó. —Bella... esto… tú... joder.

Con cada movimiento posterior, la penetración pasó de dolorosamente incómodo a dolorosamente increíble. Él todavía se hallaba tomándolo con calma, pero, sinceramente, por la expresión de su rostro, yo no estaba segura de si podría aguantar mucho más.

Se salió lentamente luego empujó de vuelta aún más lento. —Es más difícil controlarme de lo que pensaba. Estas tan apretada. Esto se siente tan bien; es indescriptible. Tengo que venirme, pero tiene que ser contigo.

 Como si lo ordenara, mis músculos empezaron a contraerse. —Yo. Ahora. Oh Dios. ¡Edward! —grité su nombre en voz demasiado alta.

Puso su mano sobre mi boca. —Shh... Oh Dios. Bella... joder... Bella —susurró mientras se corría, su palpitante polla dentro de mí. Podía sentir el calor de su liberación a través del condón mientras su corazón se estrellaba contra el mío.

 —Eso fue lo más increíble que he sentido en mi vida —dije.

 —Sí. —Me besó la nariz—. Y ni siquiera te he follado todavía.


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