lunes, 25 de septiembre de 2017

Dulce Asesino capitulo 12

Capitulo 12
No pasó mucho tiempo antes de que la sala de grabación se llenara con entusiastas observadores de lucha. Incluso Rosalie había chillado en miedo o repugnancia cada vez que había un golpe asombroso. La única persona incapaz de ser absorbida en la lucha era suya verdaderamente. Así es, yo. La persona que pidió encenderla en el primer lugar.

Y, ¿sabes por qué no puedo relajarme y disfrutar? Emmett, ese es el por qué. Emmett y su estúpido brazo que aún no se había molestado en mover. Quiero decir, dejándolo allí era básicamente como ponerlo a mí alrededor. Ya sabes, algo así. Sí, fue allí primero, pero…


La estúpida cosa tenía que estar dormida por ahora, así que ¿por qué no lo había movido? ¿Significaba eso que Emmett quería su brazo a mí alrededor? ¿Quería el brazo de Emmett alrededor mío? ¿Qué pensaría Edward sobre esto? Y, ¿por qué en la Tierra me importaba lo que Edward pensara de esto?

Si Rosalie tenía razón y Emmett me gustaba, entonces debería estar feliz por eso. ¿No debería? Quiero decir, él es la mejor—más segura—opción. Excepto que Edward no es una opción, es un psicópata. ¿No es así?

Y, de nuevo, ¿cómo en el mundo Edward consiguió entrar en este debate? Esto se suponía que era sobre Emmett y su estúpido brazo. Salvo que Edward y yo habíamos hablado y era casi normal, así que ahora me sentía completamente curiosa de hablar con él de nuevo.

Ya sabes, sólo ver si podía ser semi-normal dos veces seguidas. No porque me gustara o algo así.

Está bien, voy a admitir que estaba obsesionándome con esto, pero al menos no fue por mucho tiempo. Solamente habíamos tenido la pelea por tal vez diez minutos, cuando Rachel entró en la sala de grabación y apagó la televisión, alegando que la pelea arruinaba la fiesta. Ignoró todas las airadas protestas y giró en algún estúpido remix de baile de alguna, incluso más estúpida, canción pop.
Luego, tomó al tipo aceptable más cercano y comenzó a bailar con él. Varias de las otras chicas hicieron lo mismo y pronto lo que antes se asemejaba a una noche de pelea ahora parecía más una fiesta de baile. En serio, todo lo que necesitaba era una máquina de humo y una luz estroboscópica.

Rosalie se levantó para unirse a la fiesta y Edward se levantó con ella. Creo que iba a invitarme a mí a bailar porque me miraba directamente a los ojos cuando empezó a tender su mano, pero antes de que pudiera decir algo, Rosalie deslizó su brazo por el suyo y dijo—: Vamos, Edward. ¿Por qué no me muestras cómo bailan en California?
Ese destello familiar de odio barrió el rostro de Edward tan rápido que Rosalie se lo perdió. Yo no, sin embargo, así que asentí con la cabeza (alentadoramente, esperaba) y modulé—: Sólo ve.

Edward no parecía feliz, pero dejó que Rosalie lo llevara.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Emmett cuando ya se habían ido.

—Nada —dije—. Rosalie sólo metía su nariz donde no le incumbe y esta vez va a estallar en su rostro si no tiene cuidado.

—¿Rosalie entrometida? —Emmett se rió—. ¿En cuáles asuntos, exactamente?

—Míos, por supuesto, como siempre. Y en los de Edward. Y ahora en los tuyos también.

—¿Míos? —preguntó Emmett—. ¿Cómo está Rosalie entrometiéndose en mis…?

La voz de Emmett se fue apagando mientras se daba cuenta de que éramos las únicas dos personas que aún se encontraban sentadas en el sofá y que no estábamos sentados exactamente en extremos opuestos. Me reí cuando me miró, un poco pálido.

—¿Lo captaste todo ahora, Einstein? —bromeé—. Estoy bastante segura de que les dijo a todos su plan, también. ¿Observaste como todos están convenientemente ignorándonos?

Emmett miró, sorprendido. Estábamos sentados solos en el único sofá en una habitación repleta de gente y sorprendentemente nadie nos molestaba. Demasiado sorprendente. Algunos nos observaban mientras trataban de fingir que no. Y luego, estaba Sánchez, quien no fingía. Hizo gestos sugestivos cuando pasó a captar nuestra atención.

—¿Ves? —le dije a Emmett, dándole a Sánchez una sugerencia con un gesto de la mía—. Todos tratan de averiguar lo que pasa con nosotros y, lamento decir que, tú estás aún empezando a hacerme preguntar con todo el coqueteo y los mimos. En serio, ¿eres para mí o algo así?

La mandíbula de Emmett cayó floja casi al mismo tiempo que se daba cuenta que su brazo aún se encontraba envuelto en el respaldo del sofá detrás de mí. Cuando sus ojos se abrieron enormes y lentamente sacó su brazo de vuelta a la seguridad, me eché a reír. —Relájate McCarty, sólo estoy bromeando. —Me reía tan duro que lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos—. Quiero decir, no es la parte de Rosalie tratando de engancharnos, ella está haciendo eso totalmente. Pero no tengo miedo de que estés tratando de poner los movimientos en mí. Oh, hombre, ¡deberías ver tu cara ahora!
Le di a la pierna de Emmett una palmadita mientras daba un salto y entonces, me eché a reír todo el camino hacia el patio trasero de Alice donde podía conseguir un poco de aire.

Tenía la esperanza de un poco de paz y tranquilidad, pero había tanta gente afuera como dentro. A diferencia del lago la semana pasada, donde había todo ese viento que viene de la aguas, todavía seguía realmente caliente afuera esta noche, así que la piscina parecía ser un lugar bastante frecuentado. Al menos, la mayoría de los niños que nadaban pertenecían a la multitud de Rosalie—mis amigos eran más del tipo de futbolito y cheespuffs—así que aparte de los ocasionales deseos de cumpleaños, me dejaron en paz.

Me senté en el columpio del patio y vi un montón de suspensores tratando de impresionar a las chicas en bikini, haciendo volteretas hacia atrás desde el trampolín.

—¡Ahí estás!

Había tenido tal vez dos minutos de libertad. —Es por eso que no hago fiestas —gemí mientras Garret se sentaba en el columpio a mi lado y me daba un vaso rojo de plástico. Coca cola dietética. Asqueroso—. ¿No te abandoné una vez ya?
Garret se echo a reír como si estuviera bromeando—excepto que, sí, no lo hacía—y entonces comenzó disertando sobre estupideces sin sentido. Así que fue un pequeño milagro cuando el teléfono celular de mi hermana sonó.

—No me llamaste cuando llegaste allí —me saludó mi papá cuando contesté el teléfono.

—Lo siento, papá. Me distraje un poco. Sabes lo que Rosalie me hizo, ¿no?

—Sí. Lo siento por eso, nena. Quería darte un mano a mano, pero Rosalie y tu madre me habrían matado.

Suspiré. —Si te hace sentir mejor, hubiera preferido estar en casa viendo la pelea contigo.

—Lo sé. —Rió entre dientes mi papá—. Pero no te preocupes. Estoy grabándolo por ti.

—Dulce.

—Bueno, debería dejarte volver a tu fiesta ahora. Sólo quería asegurarme de que estás bien.

—Estoy bien. Sin asesinos en serie presentes. Y, sí, antes de que preguntes, los padres de Rachel están en casa. Tampoco hay droga, sin alcohol, y un montón de chicas bonitas aquí que me distraen a todos los chicos, del hecho de que estoy usando un estúpido vestido.

—Muy gracioso. Sólo recuerda: casa antes de la medianoche.
Sentí el impulso de suspirar de nuevo. —Desearía que hubieras dicho diez —me quejé, haciendo que mi papá riera otra vez.

—Sobrevivirás. Lo prometo.

—Sí, sí. Adiós papá.

Me reí para mis adentros mientras colgaba el teléfono, sorprendida de que mi papá me hiciera sentir un poco mejor. La sensación no duró mucho, sin embargo, porque Garret aún se encontraba allí haciendo preguntas tontas como: —Oye, ¿ese es el nuevo iPhone? ¿Puedo verlo?

—Si te callaras —dije y le entregué el celular. No lo hizo.

—Eso fue bastante suave con tu papá —dijo, con los ojos pegados al teléfono de Rosalie. Estaba tan mal como ella. En serio, no entiendo la obsesión con los teléfonos celulares.

—¿Qué fue suave?

—Lo que dijiste acerca de no chicos prestándote atención cuando realmente ha habido tantos que no creí que tendría la oportunidad de hablar contigo en absoluto.

—No soy tan afortunada —me quejé.

Garret se rió de nuevo y me regresó el teléfono de Rosalie. —Aquí, programé mi número allí para ti, así que si te pierdo otra vez, puedes llamarme.

—Sí, está bien, seguro.

Una vez más, Garret se perdió mi sarcasmo y siguió diciéndome cuan caliente me veía en mi bonito vestido nuevo.

Estaba tan desesperada por ignorarlo que decidí afrontar la bebida sin azúcar que tenía en la mano, pero mientras llevaba el vaso a mis labios, sentí una mano frotar mi hombro. El toque me puso la piel de gallina, lo que significaba solamente una cosa.

Miré por encima de mi hombro y Edward se encontraba allí. Estaba de espaldas a mí, hablando a un par de chicas, pero estaba segura de que su toque había sido intencional. No era raro, sin embargo, fue como si no quisiera interrumpirme, sólo quería que supiera que estaba allí. Lo extraño era cuan confortante me era su presencia.

No estoy segura de cuándo sucedió, pero realmente no me sentía asustada de Edward nunca más. Ahora sólo sentía curiosidad. Necesitaba deshacerme de Garret para que pudiera hablar con él de nuevo. —Hombre, se está haciendo tarde —dije con un falso bostezo que se volvió real, esta fiesta me agotaba—. Creo que me voy a buscar a mi hermana.

Empecé a ponerme de pie, pero Garret pasó su brazo alrededor de mis hombros.
—¿Estás lista para irte? Podría llevarte a casa si lo deseas.

Sí. Como si eso fuera a suceder.

Me senté de nuevo con un suspiro. Garret era como una sanguijuela. Cada vez que me alejaba, se aferraba con más fuerza. —Ahora que lo pienso —dije, tratando una táctica diferente—. Dudo que pueda ir a cualquier parte, cumpleaños de chica y todo. Probablemente hay un montón de velas que se supone que debo soplar en alguna parte. Será mejor ir a averiguar.

El brazo de Garret sobre mi hombro me sujetaba lo suficientemente fuerte para hacer a mi temperamento arder. —Tengo una mejor idea —dijo. Entonces, era demasiado estúpido para tomar mis insultos, pero no demasiado estúpido para reconocer que estaba a punto de ser abandonado de nuevo—. Si necesitas un descanso, estoy seguro que podemos encontrar un lugar agradable y tranquilo para relajarse hasta que lo necesites. Doy un buen masaje de espalda.

Um, ew.

Solamente tengo tanta paciencia para empezar, y Garret la había utilizado oficialmente toda con esa belleza de comentario. Mi mano se cerró alrededor de mi vaso plástico. Tan pronto como me deshiciera de esta soda, él seriamente iba a conseguirlo.

Llevé el vaso a mis labios para resoplar, pero antes de que pudiera, fue eliminado limpiamente de mi mano y aterrizó por todas partes en Garret. Por supuesto, sabía quién lo había hecho, pero no creí que fuera prudente para Garret averiguar la verdad, así que fingí ser la culpable. —¡Oh, Garret! ¡Lo siento mucho! —jadeé. Mi actuación puede haber sido un poco por encima—. ¿Estás enojado?

Garret miraba molesto mientras se limpiaba la ropa, pero aún trataba de sonreír.
—Nah, está bien —dijo. Se rió mientras se ponía de pie—. Te diré qué. Voy a ver si puedo limpiar un poco, entonces te traeré una nueva bebida. Tal vez una RedBull, algo con una patadita en ella.

—Buena idea.

—Regresaré. No vayas a ninguna parte.

—No lo haré —prometí. Y yo tampoco. No tenía que hacerlo. Tan pronto como se fue, Edward tomó su asiento.

—¿No hay nada en tu vestido nuevo, no? —preguntó, obviamente muy satisfecho consigo mismo.

—No, tu objetivo fue perfecto. Pero no debiste haber hecho eso. Si Garret te hubiera visto, se hubiera ido balístico.

Edward rodó los ojos, claramente no se preocupaba por la idea de tener una pelea con Garret, a pesar de que Garret era más grande que él. —Regla de fiesta número uno, Bella. Nunca bebas algo que alguien te entregó a menos que lo abras por ti misma.

Edward mágicamente produjo una lata sin abrir de Dr. Pepper, la que acepté con entusiasmo. Me había remontado la mitad de ésta antes de darme cuenta de su significado. —¿Crees que Garret puso algo en esa bebida? —pregunté, un poco conmocionada por la sugerencia.

—Nunca se sabe. —Edward se encogió de hombros—. Además, no me gusta ese tipo.

Me resistí a la tentación de sonreír y traté de sonar fuerte cuando dije—: Eso no fue muy amable de tu parte.

—En realidad, pensé que fue extremadamente generoso.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Estuviste o no, a punto de darle un puñetazo? —Edward echó una mirada a mi rostro y sonrió—. Le hice al tipo un favor. Salvarlo de la vergüenza de ser golpeado por una chica.

—Todavía. Realmente iba a disfrutar golpeando esa herramienta.

Edward y yo nos reímos mucho y cuando nos calmamos me devané los sesos por algo que decir. Temía que si las cosas se tranquilizaban, esto se volvería incómodo. La pasábamos tan bien este momento. No quería arruinar eso. —Buenas noticias —le dije—. Mi papá está grabando las preliminares para mí, así que no nos las perdimos después de todo.

—¿Nos? —Hizo eco Edward, con recelo. Su duda me hizo sonrojar.

—Sí, bueno, ya sabes… sólo quería decir…
Edward siguió mirándome, fingiendo que no sabía de lo que hablaba. —¿Sólo querías decir…? —pidió.

Me iba a hacer decirlo. El idiota. Tanto por no dejar que las cosas se vuelvan incómodas. Yo invitándolo a venir y ver la pelea era básicamente como invitarlo, y él lo sabía totalmente.

Nunca en mi vida he llegado cerca siquiera a pedirle a un chico salir y estaría dispuesta a apostar que Edward sabía eso también. Quería cambiar de tema sólo para fastidiarlo, excepto que sería realmente divertido ver las peleas con alguien que está actualmente entrenando con los luchadores. Además, podía ser agradable pasar algún tiempo con Edward que era, en realidad, por elección.

Miré a Edward de nuevo. Sip, aún está mirándome. Esperando con mucha paciencia para que, oficialmente lo invite a pasar rato conmigo. Excepto que, a juzgar por la expresión de su rostro, en realidad, no creo que quisiera oírlo con el fin de verme retorcerme. Creo que necesitaba escucharlo para ver si realmente lo quería decir.

Lo pensé muy rápidamente y decidí que lo quería decir. Sólo, no estaba segura de poder sacarlo. No seas una cobarde, Bella. Respiré hondo y solté el aire en un bufido. —Realmente me gustaría que vinieras y veas la pelea conmigo mañana, ¿de acuerdo?

Me encogí, esperando que Edward se riera a cuan irritada sonaba. Cosa que hizo inmediatamente. —Hablas en serio, ¿verdad? Quieres salir conmigo.

Sentí el calor subir a mi rostro, así que lo fulminé con la mirada. —Todavía me reservo el derecho a cambiar de opinión si te pones sicópata conmigo otra vez.
Se echó a reír. —Bueno, entonces. Es una cita.

¿Es una cita? Lo había dicho en broma, pero dudaba seriamente que se refiriera de esa manera. Apenas, podía contenerse de tocarme cuando pensaba que lo odiaba. No podía ni siquiera imaginar lo que sería si pensaba que estaba bien. —Ahora que pienso en ello —dije, mi estómago derrumbándose sobre sí mismo—. No creo que sea una buena idea. No importa.

—Bella, te prometí que no me pondría sicópata contigo.

—No eres tú quien me preocupa. Bueno, no solamente tú. Si vienes actuando todo obsesionado-enfermo de amor-acosador como lo haces… —Edward frunció el ceño ante mi elección de palabras, pero oye, a veces la verdad duele—. Lo siento, pero lo haces —dije—, y en serio, dudo que mi papá pueda manejarlo. Sobre todo en estos momentos. Él exactamente no tomó el estúpido cambio de imagen de Rosalie con gracia. Casi no me deja salir de la casa a mi propia fiesta de cumpleaños.
Edward se olvidó de mi insulto y se rió. —Bueno, no puedo realmente culparte por eso. No te hubiera querido dejar ir tampoco.

Extendió la mano y distraídamente tiró un mechón de mi cabello entre sus dedos. Me sorprendí cuando no me inmuté en alejarme de él. —Te ves hermosa esta noche —dijo—. Realmente me gusta como tu cabello cae alrededor de tu rostro, así.

Enrolló mi cabello alrededor de su dedo y luego lo dejó caer contra mi mejilla. Entonces, tomó un momento para mirarme de la cabeza a los pies y frunció el ceño en el pensamiento. —Curiosamente, puedo prescindir del vestido. Luce genial, pero me gustas más cuando estás completamente en tu zona de comodidad, incluso si eso es sólo una camiseta y vaqueros. No hay nada más sexy que tu confianza.

No podría haber ocultado mi conmoción si mi vida hubiera dependido de ello. Nunca nadie dijo la palabra sexy en frente de mí, mucho menos usarla como una forma de describirme.

—En realidad —dijo Edward, sonriendo ante la expresión en mi cara—. Tu inocencia es bastante sexy, también.

Deseaba que hubiera dejado de usar esa palabra. Esto me ponía increíblemente nerviosa, y mis nervios sólo parecían alentar a Edward. Lo cual era lo que pasaba ahora mismo. Se había girado hacia mí, poniendo un brazo en el respaldo del columpio detrás de mí, y estaba oficialmente inclinándose. —Peligrosamente sexy.

—Y ahí esa palabra de nuevo—. Me hace querer hacer… cosas…

—Um, ¿cosas? ¿Cosas tipo Acuchillador de los Sábados por la Noche? ¿O cosas tipo chicos adolescentes hormonales?

—Cosas divertidas —me aseguró Edward. Como si eso respondiera mi pregunta.
La mirada de Edward se mantuvo revoloteando de ida y vuelta entre mis ojos y mi boca. Está bien, esto es todo, me dije a mí misma. Ahora él va a besarte. Si no quieres, es mejor que lo detengas ahora.

Sí, ¿como si hubiera podido hacer algo para detenerlo? Me encontraba congelada y rígida. No podía pensar. No podía moverme. No podía ni respirar. Todo lo que sabía era que, por cada parte de mí que gritaba que huyera de él, habían ya muchas partes de mí que directamente lo querían.

Esperé, conteniendo la respiración y temblando lo suficiente que Edward tuvo que haberlo sentido, pero no hizo ningún movimiento, no podía entender. ¿Por qué no sólo lo hace? Era evidente que quería, y yo no emitía ninguna vibra mantente-lejos-de-mí en este momento. Al menos, no lo creo.

De alguna manera, Edward sabía exactamente lo que pensaba. —No ahora, Bella. Aún no estás del todo lista.

Dejé escapar el aliento que había estado conteniendo. ¿Alivio? ¿Decepción?

Alivio.

Definitivamente alivio.
Bueno, más alivio que decepción.

—No te preocupes —continuó Edward—. Cuando estés lista, no voy a titubear.

Edward se echó hacia atrás, permitiendo que el estado de ánimo se aligerara de nuevo. Se rió y dijo—: Pero probablemente voy a encerrar a tu hermana en un armario primero. ¿Has notado cómo ha estado en todas partes esta noche?

Esto me hizo reír, y me sentía más que feliz de tener la tensión lejos. —Por supuesto que sí —dije—. Está haciendo un gran esfuerzo por mantenerte lejos de mí.

—¿Por qué? Pensé que ella estaba de mi lado.

—Antes —le aseguré.

—¿Antes?

Asentí con la cabeza. —Ella está sobre ti. No lo tomes como algo personal. Rosalie es muy voluble. Además, realmente se cansó de mí peleando con ella por ti y ha pasado a alguien que piensa que no voy a resistir tanto.

Muchacho era la cosa incorrecta que jamás debía decir. Los ojos de Edward se estrecharon fuertemente. —¡Está tratando de instalarte con Señor-somos-sólo-amigos-incluso-aunque-voy-a-dejarlo-ir-a-casa-y-abrazarnos-en-el-sofá-juntos! —acusó, indignado.

—Algunas personas lo llaman Emmett —solté, molesta con su actitud—. Y no nos abrazamos.

Los ojos de Edward rodaron hasta la cima. —Por favor. Te sentaste en su regazo.

—¡Me empujaron! Y eso fue tu culpa de todas formas. Fueron tus estúpidos celos en el restaurante lo que le dio a Rosalie la idea en primer lugar.

—Eso fue completamente justificado —argumentó Edward—. Compartías las papas del tipo cuando se suponía que fuera conmigo.
De acuerdo, eso era cierto. Y fue completamente grosero de mi parte, eso es algo por lo que lo había hecho. —Lo que sea —dije, moviendo la mano con desdén—. ¿Por qué discutimos por esto de todos modos?

La ira de Edward se desvaneció y fue sustituida por una extraña desesperación. —Porque te vas a enamorar de él, Bella. Los he visto a los dos juntos y Rosalie tiene razón. Si está realmente intentando engancharte chicos, él no va a necesitar mucho convencimiento y no te le resistirás.

Edward parecía tan preocupado de que Emmett me fuera a robar de él, que casi me echo a reír. Era una especie de adorable. Dejé caer mi actitud y bromeé—: Te resisto bastante bien, ¿no?

—Por ahora. Pero no puedes mantenerlo por siempre.

Eso sonaba un poco como una amenaza, por lo que en un intento de mantener la luz del estado de ánimo, dije—: A menos que, como dices, Rosalie convenza a Emmett de que me gusta y me barra los pies antes de que lo manejes.

—¡Emmett no puede tenerte! —explotó Edward, su temperamento finalmente consiguiendo lo mejor de él—. ¡No lo permitiré!

Tomó ese rastro sico-acosador de nuevo, así que me escabullí de él tan lejos como pude. —¿Estás bien, Edward? Tal vez deberíamos mantener las conversaciones cortas por ahora. Trabajar nuestro camino hasta ser amigos.

—Bella, ¡espera! —Edward agarró mi muñeca antes de que pudiera irme—. Lo siento. —Tomó una respiración profunda, dispuesto a calmarse—. Lo siento —dijo de nuevo. Se veía tan frustrado que le tomó un tiempo difícil encontrar las palabras—. Yo… es que Emmett… tú no… si él necesita a Rosalie para señalarle cuan especial eres, entonces no te merece.

No sabía que decir. Probablemente era la mejor cosa que nadie había dicho nunca de mí. Definitivamente la más romántica. Me sonrojé y ni siquiera me importaba.
Edward soltó mi muñeca y en su lugar puso una de mis manos entre las suyas. —Bella, no creo que entiendas lo mucho…

—¡Bella! —gritó Rosalie, apareciendo de la nada—. ¿Estás tratando de ser el peor invitado-de-honor?

Emmett se encontraba con mi hermana. La dejó que hablara y sólo se conformó con mirarme con curiosidad. Su mirada se deslizó a Edward y pasó de cuidado a sospecha.

Volví a mirar a Edward justo a tiempo para verlo hundirse de nuevo en la derrota. Miró sus manos vacías y me di cuenta de que había arrancado la mía al segundo que había escuchado la voz de mi hermana. La decepción de Edward me hizo desear que hubiera alguna forma en que pudiera ponerla de vuelta. Por no hablar, ahora no tenía ni idea de qué había estado a punto de decir. Y quería saberlo. Quería saber mal. Muchas gracias, Rosalie.

—¿Por qué estás escondiéndote aquí? —preguntó Rosalie.

—No me estoy escondiendo de nadie. ¿Me ves escondida? Aunque, probablemente debería estar escondida de Garret.

—Bueno, deja de hacerlo de todos modos. Es hora del pastel. Tienes que venir a soplar las velas.

Gemí. —Ugh. ¿Pueden sólo hacerlo sin mí? A todo el mundo que le importa que esté en esta fiesta.

Rosalie levantó las manos en el aire. —En serio. ¿Por qué me molesto? —Lanzó una mirada desesperada a Emmett—. ¿Un poco de ayuda aquí?

Emmett se echó a reír y me extendió su mano. —Absórbelo, Swan. Quince minutos más. Soplas algunas velas, comes un trozo de pastel y luego, te llevaré a casa.

Dejé que Emmett me pusiera de pie y Edward inmediatamente hizo lo mismo. Le di una mirada de “¿Qué puedes hacer?” y luego me dirigí hacia el interior. Conseguí más de un metro antes de que Emmett me jalara para detenerme. —Espera un minuto.

Edward se detuvo al sonido de la voz de Emmett, pero antes de que cualquiera de nosotros pudiera preguntar qué pasaba, Rosalie enlazó su brazo en el de Edward. —Vamos, puedes ayudarme a encender las velas —le dijo. Un poco demasiado entusiasta.

Edward me miró mientras Rosalie lo arrastraba adentro. Me retaba a que detuviera mi hermana, salvarlo e incluso reclamarlo, pero no podía. También fui arrojada por el hecho de que Emmett me detenía por alguna razón. Incluso más extraño, no me había agarrado por el hombro o la coleta o algo—había agarrado mi mano. Y aún la sostenía.

—¿Cuál es el problema? —pregunté, quitando mi mano.

—No hay problema, exactamente.
Emmett estaba totalmente en algo. Miró hacia la casa donde todo el mundo se reunía justo al otro lado de la puerta corredera de cristal. Esperé con expectación, y cuando se giró hacia mí, dijo—: Relájate como por dos minutos, Swan.

—Amigo. Realmente no creo que pueda manejar más sorpresas esta noche, así que si están haciendo algo ahí, sólo llévame a casa ahora.
—Nah, no es nada de eso. Sólo quería hablar contigo. —Emmett se encogió de hombros torpemente—. Hablé con Rosalie.

—¿Sí? —Solté una carcajada—. ¿Te hizo más estúpido? Porque tiene ese efecto en la gente.

No entendí la sonrisa que Emmett me dio por eso, pero sonrió, luego dijo—: Creo que estamos a punto de averiguarlo.

Y entonces, de repente, Emmett McCarty me besaba.

¡Emmett McCarty!

¡Besando!

¡A MÍ!
No estaba segura de cómo sucedió, o por qué, pero sus labios estaban más que definitivamente en los míos. Al principio, me confundió tanto que no podía moverme. Pero entonces, Emmett empujó mi labio superior con el suyo, instando a mis labios a abrirse, y mi cuerpo se encontraba en tal estado de conmoción que no podía hacer nada sino seguir órdenes.

Puede que haya estado haciendo mal, pero le devolví el beso. ¡Emmett! Mi primer beso fue con Emmett McCarty. Hacía que mi cabeza diera vueltas. Pero no en la forma en que los primeros besos se supone que hacen girar la cabeza, estoy bastante segura. De otra manera besar estaría muy sobrevalorado.

No tengo ni idea de cuánto tiempo estuvimos allí besándonos, pero después de que había terminado, sentí como una eternidad antes de que nadie dijera nada. Emmett se apartó y me miró con una expresión cuidadosa, esperando por algún tipo de respuesta—cualquier tipo de respuesta—de mí. No la recibió. Sólo podía estar de pie, boquiabierta ante él.

Eventualmente, arrugó la nariz y dijo—: Extraño, ¿cierto?

—¿Eso crees? —jadeé—. ¿Por qué hiciste eso?

—No lo sé. Parecía una buena idea en ese momento.

—Felicidades. Rosalie te hizo más estúpido.

—Lo que sea. Eres la que lo sacó antes. Te culpo. —Emmett se rió—. Ni siquiera había pensado en ello antes.

—Te dije que mi hermana trataba de engancharnos y, ¿pensaste que era una buena idea?
—Bueno, no. No al principio. Pero luego hablé con Rosalie, y no lo sé. Ella le dio sentido. Algo así como la idea de una novia que pueda sostenerla como propia en un juego de uno-contra-uno y que le encantaría ver una pelea conmigo. Pensé que no podría doler darle una oportunidad.

Excepto que había dolido. Emmett McCarty había robado mi primer beso. Robado y arruinado—no es que pareció darse cuenta de ello.

Nunca pensé que hubiera sido el tipo de chica que se preocuparía por algo como eso, pero me sentía sorprendidamente molesta. No iba a permitir a Emmett ver cómo me sentía, sin embargo, así que negué con la cabeza, casi con lástima, y murmuré—: Vamos, idiota. Necesito algo de pastel.

Entré a la casa de Alice con la esperanza de encontrar a Edward, pero no pude conseguir pasar el muro de gente boquiabierta ante Emmett y yo. Le di a Emmett una mirada de esto-es-tu-culpa-preocúpate, pero al eneldo9 le encanta torturarme, así que todo lo que hizo fue tirar un brazo alrededor mío, sonreír a nuestra audiencia, y decir—: ¿Alguien dijo que había pastel?

Rápidamente apagué mis velas, corté un pedazo de pastel, y luego hice que Emmett me llevara a casa. Todavía quedaban veinte minutos antes del toque de queda, así que supuse que Rosalie haría un escándalo, pero en realidad no lo hizo. De hecho, estaba tan dispuesta a acogerme que no podía dejar de ser sospechoso.

La encontré sentada en las mismas escaleras en que Edward casi me había besado más temprano. Cuando me vio, saltó sobre sus pies y dijo—: ¿Lista para irnos? —Antes de que incluso tuviera que preguntar. Entonces, se dio por vencida como escopeta automática y no dijo una palabra de camino a casa excepto para agradecer a Emmett por su ayuda. Se abalanzó sobre mí en cuanto llegué a la casa, sin embargo. Empezó a decir algo supongo que sobre Emmett—pero entonces mi mamá entró a la habitación emocionada de escuchar detalles sobre la fiesta.

—¿Por qué no le dijiste, ya que mi vida es más tu negocio que el mío, de todos modos? —susurré a Rosalie. Sorprendí a todos nosotros con cuan venenosa soné, supongo que aún me sentía más que un poco molesta—. Me voy a la cama.

No sé por qué, pero casi esperaba que fuera a encontrar a Edward en mi habitación cuando llegué allí y estuve defraudada cuando no lo vi. Cerré mi puerta como una advertencia para que Rosalie se mantuviera alejada y, luego fui a mi ventana. El auto de Edward no había regresado todavía.

Suspiré. Edward había desaparecido de la fiesta antes de que tuviera la oportunidad de encontrarlo y sabía que tenía que estar loco. Esperé por un rato, deseando que hubiera llegado a casa y pudiera explicar. Quería que él supiera que no había nada entre Emmett y yo. Más que eso, necesitaba que supiera la verdad.

No sé por qué, pero he herido constantemente sus sentimientos desde que lo conocí—a veces intencionalmente—pero esta vez no podía soportar la idea de que le había hecho daño. No había forma de que hubiera visto lo que pasó. Y después de que había dicho que Emmett no me merecía, ver ese beso tuvo que doler. Especialmente cuando él pudo haberme besado primero y se contuvo.

Esperé por más de una hora, pero Edward nunca llegó a casa y caí en un sueño intranquilo.

3 comentarios:

cari dijo...

Bella q esperabas Edward rogándote y permites q Emmett t bese si Edward lo vio seguro se fue y x lo q dijo el viviré d Emmett todo lo planeo rosé siento q la odio en este momento ;) y tu lo permitiste, Gracias sigue x favor

cari dijo...

Es bobo no se x q siempre esta porquería pone lo q quiere y no lo q una escribe es bobo no (viviré)

Lizdayanna dijo...

Hola. Como se dejó besar, Rosalie me cae al hígado por metida

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina