miércoles, 9 de agosto de 2017

Infidelidad Consentida Capitulo 4



CAPÍTULO 4


—Oh... —Los sueños de Edward nunca habían sido tan... físicos.
Sus caderas rodaron hacia delante, presionando su  endurecida polla en el colchón.
—Sí...
Una combinación de calor y frío a través de su piel lo hizo estremecer. Mientras empujaba su culo hacia atrás, una oleada de placer lo atormentó a través de su ingle.
—Si… —Apretó las nalgas, apretando su agujero alrededor de una dura… —¿Qué carajo?

—¿Te gusta?
El tono suave de Bella parecía ligado a algo más oscuro pero Edward lo atribuyó a su somnolencia.
—Quiero decir es acerca del juego limpio y todo...
—Sí. Pero... —Lo que fuera que estuviera follándolo lentamente presionó más profundo, llegando a su próstata. Las sensaciones  atravesaron la parte baja de su cuerpo.
—Oh, ¡sí!
—Espera hasta que se encienda.
—¿Eh? —Su mente adormecida no estaba mucho en eso. Por no mencionar la distracción de su novia follándolo por el culo.
Una suave vibración zumbó desde el consolador, poniendo sentido a sus palabras. Su polla se llenó hasta la dureza total.
—¡Oh, mierda! —Empujó sus caderas de ida y vuelta, teniendo el vibrador más profundo con cada golpe.
—Bella... —Cada golpe en contra de su próstata sacudía el placer a través de él.
—No te vengas todavía. —Labios suaves besaron una mejilla de su culo. —Tengo algo más que probar primero.
¿No te vengas? ¿Su novia lo despierta follándole el culo y le dice que no se venga?
—Oh, Dios mío, ¡eres increíble! —Giró su cuello hasta que pudo verla. Un guiño rápido, el meneo de una ceja y una sonrisa maligna le saludó.
—Gracias.
Las vibraciones se detuvieron, pero todavía podía sentir el cosquilleo en el culo.
—Ahora, a por el Big Boy.
—¿Big Boy? —Edward a punto de llorar cuando ella deslizó fuera el vibrador.
—Sí. —Bajó la mano hacia un punto en la cama oculto por su cuerpo. —Este es Big Boy.
Un consolador, largo y grueso, con venas auténticas. La base formada por un conjunto de bolas, pero el fondo era plano.
—Oh, mierda. —Su cuerpo se sacudió con un destello de deseo y la memoria de la polla de Jake tentándolo.
—Aquí.
Como si pudiera leer su mente, o tal vez porque se humedeció los labios, Bella presionó la punta contra su boca.
—¿Crees que podrías manejar algo tan grande entre tus labios?
Edward amamantó la corona del juguete. El caucho blando tenía un extraño sabor, una textura diferente de su breve encuentro con la polla de Jake.
—Voy follarte con esto. —La dura mirada de Bella parecía casi enojada.
—Por favor... —El gemido de su voz le sorprendió. Un flash de recuerdos mostró distintas piezas del equipamiento en el departamento de Jake y puso su cuerpo a zumbar.
Él siendo empujado de rodillas... la polla de Jake en su rostro. La idea de estar atado en el arnés o los cepos de Jake y Bella aprovechándose de su desamparo. Suprimió la necesidad que surgió mientras le rogaba de nuevo.
 —Por favor... sí.
La cabeza de Bella se inclinó hacia un lado y levantó una ceja con gracia sobre su ojo.
—De rodillas.
Sus palabras eran mitad orden,  mitad pregunta, como si ella no estuviera segura de que a él le importara. Edward obedeció, luchando por ponerse sobre sus manos y rodillas, presentando su culo para el placer de Bella. Para su propio gozo.
—Oh, sí...
La polla de Edward respondió, rápido. Duro como una roca en cuestión de segundos, Edward descubrió que el flujo inicial de deseo por el equipo de Jake era más de lo que sospechaba.
Al mismo tiempo, el miedo se enroscó a través de la boca de su estómago.
¿Qué podría pensar Bella? Después de todo, pensó que Carly era su mujer perfecta, hasta que trató de destruir su vida.
—Espera... —Una parte de él quería jugar desesperadamente, pero un destello de la expresión de disgusto de su ex interrumpió el momento.
De las palabras que ella le había arrojado... Todo su cuerpo se puso tenso.
—Detente.
Bella se apartó.
—Está bien. Lo siento. Sólo pensé…
—No. Eso está bien. —Edward rodó hacia afuera, colocándose en el borde de la cama. Su polla aún  mantenía un serio interés en la idea. Tanto como quería seguir adelante con lo del domingo, no estaba tan seguro de que la medida fuera acertada.
—¿Qué pasa? —Las manos de Bella descansaron sobre sus hombros.
La cama  se hundió y sacudió hasta que ella se acurrucó detrás de él con las rodillas encajadas en ambos lados de sus caderas. Sus dedos amasaron la tensión en sus músculos.
—Yo... ah, no quiero perderte. —Las palabras casi lo ahogan. Quería lo que ella ofrecía. Necesitaba el trío con Jake, desesperadamente, pero su memoria excavaba en las palabras llenas de odio de Carly. ¿Qué pasaba si Bella terminaba odiándolo también?
—¿Perderme? No lo harás.
Labios suaves burlaban su cuello. Una bocanada de aire calentó su piel.
—Quiero seguir adelante con lo del domingo. Con esta noche. —Los brazos de Bella se envolvieron alrededor de su cuello. Una mano cayó sobre su pecho. Las uñas de sus manos peinaron la escasa dispersión de pelo en su pecho.
—Entonces lo hacemos. Lo que tú quieras.
Su suspiro de alivio no lo tranquilizó. La verdad necesitaba salir.
—Hasta la otra noche en el bar, yo sólo le había dicho a otra persona que era bisexual.
—¿En serio?
—Una antigua novia. En realidad, mi ex-prometida. —Y ya que estábamos…
—¿Prometida?
El abrazo de Bella se aflojó. La presión de su cuerpo se apartó de su espalda un poco.
—Sí. No estaba tan… emocionada como lo estabas tú cuando se lo dije.
Edward envolvió su mano alrededor de la muñeca de Bella, sosteniendo su brazo contra su pecho en un agarre relajado. Si ella quería alejarse, podía, pero no quería que lo hiciera. —Me llamó maricón. Me dijo que no quería verme otra vez. Incluso se lo dijo a todos nuestros amigos.
—Lo siento mucho.
Su abrazo apretado de nuevo, casi demasiado en torno a su cuello.
—Mentí. Dije a nuestros amigos que rompí con ella y que estaba difundiendo los rumores para vengarse de mí. Ella perdió los amigos que había tenido desde hacía años por mi culpa. —Su garganta se apretó. La vergüenza enrojeció su piel.
—Ella estaba equivocada. Sin importar sus sentimientos, el secreto no era suyo para revelarlo. —Bella dio un beso a un lado de su cara. —Nunca te haría eso.
—Te creo. Creo que por eso dejé a la cerveza y al estado de ánimo hacerse cargo la otra noche. Yo quería que lo supieras, pero nunca pude encontrar el momento adecuado para decírtelo.
—¿Pero con Jake ahí, siempre podías echarte atrás, decir que era una broma?
—Sí. —El alivio se movió a través de él. —Yo esperaba que hubieras entendido. Quiero decir, tu mejor amigo es gay. Y después de llegar a conocerte, quería que supieras la verdad. —La necesidad tensó los músculos de su pecho. —Nunca esperé que me siguieras la corriente. Estoy contento de que haya salido ahora, pero no quiero que pienses mal de mí. Por desear a Jake, o querer... participar en su... —Edward volvió la cabeza para poder ver su expresión.
—¿Fetiche especial?
—Sí. Eso.
Su mirada se empañó mientras las esquinas de sus ojos se arrugaban con su sonrisa.
—Nunca te juzgaría por desear nada de eso. —Su tono parecía casi triste. Su voz se quebró en torno a las palabras. —¿Cuántas veces me has esposado a la cama? ¿O atado con cualquier otra cosa a mano? ¿Y mis juguetes? No soy exactamente recta. No es como si nunca hubiera tenido una relación antes de ti. Mi pasado no es exactamente todo puro y vainilla.
Una parte de él suspiró de alivio, otra deseaba detalles.  Ella nunca dejaba de sorprenderle.
—Creo que todo se reduce a si... tu opinión de mí será... —Edward tomó una respiración profunda. La palabras para describir sus sentimientos no se formarían.
—¿Si todavía te respeto por la mañana?
Una suave risa sopló aire contra su oreja.
—Sí. —Él llevó su mano cerca de su boca. El susurro de un beso acompañado de una risa de alivio. —Creo que esa es la pregunta que estoy tratando de hacer.
—La respuesta es sí. Te voy a respetar en la mañana, al mediodía y la noche. Nada va a cambiar mi opinión de ti. O mis sentimientos. —Su abrazo se apretó. —Tu ex era una idiota por dejar que te fueras.
Edward giró hasta que pudo deslizar sus brazos alrededor de ella.
—Eres una mujer increíble. Espero que sepas que estas atada a mí ahora.
—¿En serio? —Bella levantó una ceja. —Tengo una pregunta sin embargo.
Su corazón dio un vuelco.
—Pregunta lo que quieras. —Tragó saliva, sin saber qué esperar.
—¿Qué debo hacer con esto? —Ella alzó el grueso consolador.
Un estremecimiento le recorrió seguido por una oleada de calor.
—Fóllame con eso.
—Entonces, en tus manos y rodillas, bebé.
Dudas errantes siguieron fastidiado su mente, pero su cuerpo hizo caso omiso de sus objeciones. Su polla se endureció con renovado fervor.
La necesidad barrió a través de él. La alegría de encontrar una mujer dispuesta a experimentar hasta el punto de follarlo.
Una parte de él se preguntaba si el domingo era realmente necesario, pero el recuerdo del cuerpo duro de Jake y las manos ásperas hicieron a un lado las dudas. Bella le ofreció todo y lo quería todo. Por lo menos una vez.
Acomodándose en la cama, Edward obedeció su escueto comando.
—Ven y fóllame, cariño. —Un chorro de lubricante frío golpeó el culo. Su cuerpo salió disparado hacia adelante mientras gritaba.—¡Maldita sea! Da al hombre un pequeño aviso.
—Va a calentarse muy pronto. —Su dedo índice hizo círculos en su agujero, burlándose del borde del sensible músculo. Un par de dedos se sumergieron más allá de la leve resistencia, empujando al interior el gel resbaladizo.
—Aquí vamos.
Con una respiración profunda, Edward apoyó las manos sobre el colchón.
La punta fría del consolador giró un par de veces antes de que Bella aplicara presión. Se echó hacia atrás, reuniéndose en el monstruo de látex. Su mente seguía comparando el juguete con la polla de Jake. Aunque el encuentro fue breve, él estaba casi seguro de que la cosa real superaba al consolador tanto en longitud como en grosor.
Un poco de ardor dio paso a una sacudida brusca de dolor.
Su grito se escapó antes de que pudiera contenerlo. El empuje hacia delante se detuvo.
—¿Estás bien? —La mano de Bella frotó la mejilla de su culo. El ir y venir del movimiento de sus caricias relajó su agujero un poco.
—Bien. Sí. —Tomó una bocanada de aire. —No me esperaba que doliera tanto.
El colchón se movió cuando ella cambió su peso.
—Me detendré.
—No. —Se echó hacia atrás, siguiendo al juguete cuando empezó a retirarlo. —Todavía se siente bien. Simplemente...
—¿Un buen dolor? —Su risa era contagiosa.
Una de las grandes cosas acerca de ella era su perverso sentido del humor, aunque a veces era un poco demasiado rápida para reírse de sí misma.
—Algo así. —Edward obligó a su cuerpo a relajar un músculo a la vez. —Además, si no puedo manejar esta cosa, nunca voy a ser capaz de tomar a Jake.
—¿Ah, sí? —El movimiento dudó en mitad del empuje. —¿Cómo lo sabes?
—Oh, sí... —Había estado tan caliente, cuando llegó, que no había contado a Bella toda la historia. —Jake... como que empujó una poco más de lo previsto.
—¿Cuánto más? —Sus golpes tomaron un poco más de fuerza. Cada empuje un poco más profundo, sacándolo un poco más rápido.
Las dos palabras fueron estables, sin emoción. ¿Qué significaba eso?
—Él me dio un beso.
—¿En serio?
Su tono de voz se elevó en la última sílaba y se agrietó. Mierda, no era bueno. Edward igualó su ritmo, balanceándose hacia adelante y hacia atrás en su manos y rodillas.
—Nunca había besado a un hombre.
—Cuéntame.
El placer atravesó Edward mientras la punta de la polla falsa estimulaba su próstata.
—Rudo. Duro. — Gruñó en la próxima parada contra la glándula sensible. —Barba crecida. Nunca pensé que podía ser tan... sexy.
—¿Así que debo empezar a afeitarme la cara?
—No. —Edward bajó la parte superior del cuerpo con un brazo curvado bajo una almohada. Con su cara presionada contra el material blando, gimió. —No es lo mismo.
Su otra mano se deslizó bajo su cuerpo. Empuñó su dolorida polla, tirando con suaves golpes a medias. Otro lamento escapó de su boca.
—¿Lo tocaste?
—Algo. Todo sucedió tan rápido, a pesar de que parecía en cámara lenta.
—¿Qué más hiciste?
Una parte de él quería retenerlo. Se honesto.
—Me empujó al suelo y abrió sus pantalones vaqueros. Yo casi le hice una mamada, pero me detuve.
—¿Por qué?
El consolador llenó su culo. Cada salto enviando ondas de choque a través de él, aumentando gradualmente su pulso. Recordar el incidente con Jake no hizo sino aumentar su deseo.
—Tú. No estabas. Ahí. — Tiró con más fuerza de su polla. —Me sentí como haciendo trampa.
Bella bombeó el juguete más duro.
—No me habría importado.
Algo en su tono cortante le molestaba, pero su cerebro empapado de deseo no podía aferrarse a la idea.
Su mano se movió más rápido, apretando su polla dura, empujando su excitación más alto.
—¡Oh, Dios! —Tan cerca, casi... —¡Mierda! —Cada músculo de su cuerpo se tensó mientras se corría. Los largos chorros de su corrida salpicando la ropa de cama debajo de él.
Bella metió el grueso juguete tan profundo como pudo. Ella cubrió su cuerpo por  encima de él, fundiendo su frente contra su espalda. Durante unos segundos, el juguete parecía una parte de Bella en lugar de un accesorio.
—Solo espera hasta que Jake tenga su gran polla dentro de tu culo. Apuesto a que va a abrir tu agujero muy bien.

Los besos revolotearon a través de su espalda y hombros sudorosos.
La ingle de Bella presionaba contra la base del consolador.
El cuerpo de Edward se sacudió mientras su polla hizo un último intento de correrse. El domingo no podía llegar lo suficientemente pronto.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy hot, Bella sabe complacer a su hombre.

Kar dijo...

Wow!!! Esta que arde está situación espero el siguiente capítulo

Kar dijo...

Wow!!! Esta que arde está situación espero el siguiente capítulo

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina