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lunes, 3 de abril de 2017

Capítulo 5 Tomando instrucciones

CAPÍTULO 5

Isabella pensó que iba a morir si no tenía un orgasmo. Si esto no era un castigo, no sabía lo que era.
—¿Qué es lo que decides, Jasper? Edward miró desde donde estaba a caballo sobre Isabella para encontrarse con la mirada de su hermano.

—Ella necesita un poco de experiencia en la silla. Jasper se levantó detrás de ella al mismo tiempo que Edward lo hacía, llevándosela entre ellos y apretándola de forma que quedó emparedada entre ambos hombres.
—¿No lo cree usted, señorita Swan?—Jasper murmuró a su oído. Isabella se quedó sin aliento.
—Sí, oficial Cullen.
Edward movió la boca flotando sobre la suya.
—Has sido una niña muy mala, Sra. Swan. —Su aliento era caliente sobre sus labios. —¿No?
—Sí, profesor—murmuró, —lo he sido.
Le tomó la mano y la llevó a la silla que parecía un caro caballete de madera de cerezo y cuero. Ambos hombres la ayudaron en la silla de montar de modo que sus pies quedaran en los estribos, con las manos llevando las riendas, la correa del arnés que había estado sobre su clítoris a un lado, y el coño justo por encima de la polla de goma.
—Cabálgalo, Sra. Swan, dijo Edward en una voz de mando, y ambos tiraron hacia debajo de ella, de  modo que la polla empujó en su coño, duro.
Ella gritó, agarrando las riendas apretadas en los puños. El dolor de la entrada de un dispositivo tan grande huyó mientras el placer extremo se hacía cargo. Estaba llena por delante y por detrás con el  tapón anal y la polla de goma.
Edward azotó una mejilla de su culo ya sensible.
—¡Inclínate hacia delante y cabalga!
Isabella obedeció, frotando sus pechos contra la cabeza de la silla mientras se empujaba hacia arriba y hacia abajo en el consolador, utilizando los estribos como palanca. Edward y Jasper daban palmadas a cada lado de su culo mientras cabalgaba el pene.
Ella echó la cabeza hacia atrás, sus pechos empujaron alto. Cada hombre apretó uno de sus pezones y gimió. Sin embargo, cuando ambos se inclinaron hacia adelante y cada uno aspiró uno de sus pezones, gritó. No dejaban de abofetearle el culo. Duro.
—Estoy tan cerca—, exclamó Isabella—¿puedo venirme, profesor? ¿Por favor? Su pezón se deslizó de su boca caliente y le dio una palmada a su culo.
—No. Cabalga hasta que te den permiso para parar.



Jasper dejó de chupar el otro pezón y lo mordió ligeramente antes de liberarlo, y luego le dio un manotazo duro en el culo.
Isabella gimió. Era demasiado, ¿cómo podría durar?
Lo siguiente que supo, fue que ambos hombres la estaban ayudando fuera de la silla, y sintió una sensación inmediata de pérdida cuando el consolador ya no estaba. Pero luego decidió que preferiría tener la polla de Edward profundo en su interior, mientras  él la follaba. Maldita sea, teniendo en cuenta las líneas contra sus pantalones, él y su hermano eran grandes. No tenían que preocuparse de que el consolador los eclipsara.
Ahora había dos cuerpos masculinos presionando a ambos lados de ella, con dos pollas, una muy erguida empujando su vientre y la otra justo encima de su culo. Los hombres eran tan altos y grandes que la hacían sentir pequeña y delicada.
Edward besó y retorció los pezones mientras Jasper le apretó las mejillas del culo y pasó las manos ásperas en su cuerpo por detrás, como si tratara de tocar cada parte de ella que pudiera alcanzar.
Su mente daba vueltas desde el beso de Edward y ella le echó los brazos alrededor de su cuello y se presionó al contra él. El cuerpo de Jasper se apretó contra su espalda y él la mordió en el cuello.
—Maldita sea, tu esclava tiene buen sabor— murmuró Jasper—.Me pregunto cómo sería probar todo el sabor de ella.
—Voy a averiguar y te haré saber, dijo Edward, mientras levantaba la cabeza y miraba a los ojos de Isabella.
Sus rodillas querían fallar sólo por el deseo en su mirada. Jasper se echó a reír.
—Haz eso, hermanito.
Edward besó un camino por su cuerpo, haciendo una pausa para succionar los sensibles pezones, y se dirigió a su ombligo, donde lanzó su lengua dentro, enviando más calor húmedo entre sus muslos. Hundió la cara en contra de sus pliegues y bañó su clítoris.

—Oh, Dios mío—, dijo Isabella, mientras sus rodillas dejaban de funcionar. Sólo Jasper sosteniéndola por la espalda  impidió que cayera al suelo.
Edward rió suavemente y ella gimió. Agarró sus caderas y su barba de un día erosionaba la suave piel entre sus muslos. Al mismo tiempo, Jasper le apartó el pelo  largo a un lado y rozó besos a lo largo de su la nuca, lo que la hizo temblar.
—No… no puedo aguantar mucho más tiempo, profesor. Su respiración salía en pesados jadeos mientras sensaciones exquisitas la llenaban, haciendo que cada parte de su cuerpo zumbara y sus piernas temblaran.
—No, señorita Swan, dijo Edward mientras se apartaba y la miraba. Quería gritar por la pérdida de contacto de su lengua sobre su clítoris.



La miró mientras empujaba dos dedos en su coño y jadeó. Su núcleo tuvo un pequeño espasmo  por el movimiento, traicionando lo cerca que estaba del borde.
Edward se levantó y asintió con la cabeza a su hermano, que seguía detrás de ella. Inclinó la cabeza hacia arriba y atrás, sólo hasta ser capaz de ver la sonrisa de Jasper.
Su vientre se llenó de mariposas y miró de nuevo a Edward, pero se había volteado y caminaba hacia los gabinetes de "juguetes". Jasper agarró los brazos a los costados, como si estuviera sosteniendo a su prisionera mientras Edward sacaba un pañuelo de  seda negro y un par de puños de cuero.
Isabella se quedó sin aliento y su cuerpo se estremeció. ¿Qué iban a hacer con ella ahora?
—Creo que la señorita Swan tiene que parar y tener tiempo para "pensar" acerca de las cosas, dijo Edward mientras Jasper la guiaba por los brazos, siguiendo a Edward.
Todo su cuerpo se estaba volviendo loco por la necesidad de tener un maldito orgasmo, ¿y ellos querían que parara y pensara en "cosas"?
Llegaron a la barra de suspensión que se veía como un perchero enorme, colgando del techo de una cadena.
Jasper le estabilizó, mientras que Edward tomó cada una de sus muñecas y las adjuntó a cada lado de la barra.
Cuando estuvo esposada a la barra, los dedos de los pies apenas tocaban la alfombra. ¿Su corazón nunca dejaría de correr?
Edward se paró frente a ella y le sonrió. Pasó los nudillos a través de una de sus mejillas. ¿Por qué no estaba desnudo todavía? ¿Por qué no lo estaba Jasper?
¿Por qué estaba colgada de esta manera?
Pero Dios, esto era caliente. El tapón aún estaba en su culo y sus brazos estaban extendidos ampliamente delante de su profesor y un policía.
Edward señaló un rincón del techo. Ella siguió con la mirada y quedó sin aliento cuando vio  una cámara posicionada justo hacia ella.
—¿Estoy siendo grabada?—Su voz se elevó mientras el miedo corría por   ella.—Um,
¿profesor?
—No—Edward dio a cada uno de sus pezones un golpecito. —Eso es para que pueda mantener un ojo en ti desde el piso de arriba para asegurarme de que estás bien, mientras  "piensas" acerca de tus castigos y lo que está por venir.
Su boca se abrió.
—¿Me estás dejando? Él sonrió.
—No, hay audio, así que puedes gritar tu palabra de seguridad si deseas poner fin a esto,  señorita Swan.



Edward llegó con la bufanda y le vendaron los ojos antes de que pudiera pensar en una respuesta adecuada.
Todo quedó completamente a oscuras. Él la había vendado tan bien que no había luz en absoluto.
—Tengo miedo, profesor, susurró.
—¿Quieres detenerte? —preguntó.—En cualquier momento puedes ir a casa. Si quieres quedarte y jugar, prometo que vas a estar bien y vamos a follarte tan duro y tan bien que tendrás el orgasmo más increíble de tu vida.
Isabella se quedó sin aliento y Edward tomó su boca en un beso posesivo. Sus manos recorrían su cuerpo y su lengua exploró su boca. Su mente daba vueltas por el beso y su tacto, magnificado por
no poder ver, colgando de la barra de suspensión, y el tapón en el culo. Jasper se presionó contra ella por la espalda y palmeó sus pechos.
Luego se detuvo y se apartó de ella. Las lágrimas que se derrababan de los ojos de Isabella eran absorbidas por la bufanda. Tenía que venirse tanto que estaba a punto de gritar.
Edward rozó sus labios sobre los de ella.
—Estaré de vuelta, señorita Swan. Después de que hayas tenido la oportunidad de pensar acerca de lo mala que has sido. ¿Te acuerdas de tu palabra de seguridad?
Asintió con la cabeza.
—Sí, profesor.
—Buena chica. —La besó de nuevo y entonces el calor de su cuerpo ya no estaba.
—Di la palabra y voy a venir por ti—dijo, su voz sonaba más lejos. —Y luego te enviaré a casa.
Un momento después oyó la puerta de la mazmorra cerrarse. Se había quedado sola, con los ojos vendados, más excitada de lo que alguna vez había estado en su vida.
Isabella dio un suave gemido. ¿En que se había metido?
Jasper se echó a reír mientras él y Edward subían las escaleras desde el sótano.
—¿Dónde encontraste esa bebé?
Edward negó con la cabeza, todavía incapaz de creer que había tomado la oferta de Isabella.
—Ella es una de mis estudiantes. Sonrió y miró a su hermano mayor. —Ha estado detrás de mí todo el semestre. Entré en mi oficina al final de las clases de hoy y estaba sentada en mi escritorio sin una maldita cosa sobre ella.
—No jodas. Jasper arqueó las cejas al llegar a la parte superior de las escaleras y salió al vestíbulo.



—Nunca pensé que irías allí, pero infiernos, ella te hizo una oferta que no podías rechazar.
—No es broma. —Edward se frotó la erección a través de sus pantalones.—Pero creo que mi polla se va a caer si no la follo pronto.
—Ella va a ser un paseo salvaje—dijo Jasper cuando estaban en la sala de estar delante de la televisión.
Edward activó el control de volumen especial para el sótano para poder escuchar a Isabella claramente si tenía necesidad de él.
A medida que comenzaba a ver una entrada de béisbol con su hermano, se preguntó por el sentimiento extraño de posesión que sentía con Isabella. Si tenía que ser honesto consigo mismo, él no quería compartir en absoluto.
Una vez, eso era todo. Luego ella era suya.
Al mismo tiempo que veía el partido, en una ventana más pequeña en la TV con doble pantalla, Edward mantenía un ojo en Isabella para asegurarse de que todo estaba bien. Sólo verla allí con su bello cuerpo desnudo, el tapón en su culo, sus pechos sobresaliendo, con la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos vendados, se encontró mirándola a ella y no al juego. Se ajustó a si mismo, acomodándose en el sofá, tratando de conseguir dejar de pensar en follar a Isabella.
Sí, como si fuera a suceder.
Después de que una buena media hora había pasado, Edward se dirigió hacia  la escalera de la mazmorra y Jasper sonrió y se levantó de su asiento.
Llegaron en un tiempo récord. Edward no podía contenerse, permanecer en calma, sensato, el profesor-a-cargo. Una vez en el calabozo, se quitaron la ropa silenciosamente, luego fueron hacia Isabella.
Isabella se sentía ni aquí ni allá. Había caído en un lugar donde la realidad no existía.
Solo el fuego en su cuerpo y la inconciencia del momento. Se sentía casi borracha.
Cuando Edward habló, ni siquiera la sobresaltó.
—Hola, cariño. Cepilló sus labios sobre los de ella y Isabella olió su aroma embriagador. —¿Pensaste en lo mala chica que has sido?
Isabella asintió con la cabeza.
—Voy a ser buena, te lo prometo, profesor.
—Excelente, Sra. Swan. Lanzó su lengua para tocar la línea de sus labios y su estómago saltó cuando llegó lo suficientemente cerca para frotar su cuerpo desnudo contra el suyo, su pene presionando en su vientre.
Ojalá pudiera verlo, pero todavía tenía los ojos vendados.
—Un examen más y vas a graduarte con honores—dijo.
Ella esperaba por Dios que el "examen", incluyera follarla porque ella iba a morir si no lo tenía en su interior.

Manos fuertes trabajaron en el arnés a su alrededor, y un momento después éste fue removido y  el tapón anal retirado. De inmediato sintió una sensación de vacío,  pero sabía que probablemente no iba a durar por mucho tiempo.
Otro cuerpo de hombre se presionó a ella por la espalda y se estremeció entre la calidez de su dura
carne. La sensación era erótica más allá de las palabras.
—¿A quién quieres follándote por el culo, Sra. Swan—dijo Edward—¿y a quién quieres en tu coño?
No había duda en su mente a quien ella quería en su coño.
—Yo…Yo quiero que el Oficial Cullen folle mi culo. Quiero que tu folles mi coño, profesor.
—¿Ahora, bebé? —dijo Edward, un borde duro de su voz como si estuviera teniendo  un momento difícil para contenerse.
—Sí. —Ella no estaba por encima de la mendicidad.—Por favor, fóllame, profesor.
Por favor.
Ojalá pudiera ver  su hermoso cuerpo y sus hermosos ojos. Ojalá pudiera tocarlo.
Pero ser vendada había hecho todos sus sentidos más agudos. El más mínimo roce  de su piel contra la suya la encendía.
Edward la agarró por debajo de los muslos y levantó sus piernas. Jasper le agarró por la cintura y luego la colocó de modo que su polla estaba a la entrada de su ano, y la erección de Edward estaba justo en su canal.
—Vamos a ver si pasa su final—dijo Edward, al mismo tiempo que él y Jasper se estrellaban contra ella.
Isabella gritó y lágrimas se derramaron de sus ojos detrás de la venda. La sensación de tenerlos a los dos en su interior, al mismo tiempo era casi demasiado. Se sentía tan llena, tan necesitada de un orgasmo que ella casi gritó de nuevo mientras se mantenían todavía dentro de ella. Jasper era mucho más grande que el tapón anal y su entrada en el culo había dolido, pero ahora se sentía tan condenadamente bien.
—Vas a conseguir la mejor follada de tu vida, señorita Swan. —Edward se mantuvo apretado a ella, todavía sin moverse.
Ella asintió con la cabeza, las lágrimas todavía escapaban de sus ojos.
—Sí, profesor y oficial.
Jasper hizo un sonido de satisfacción y luego los dos hombres comenzaron a entrar y salir de su cuerpo.
Ella se volvió salvaje en sus brazos. A pesar de que estaba esposada a una barra, se retorcía y se retorcía y lloraba con cada golpe de sus pollas.
—Oh Dios, profesor. —Sus palabras vinieron como un sollozo.—Necesito venirme, tengo que venirme.

—Todavía no, señorita Swan—dijo él y gimió.—Ha sido una chica tan mala todo el semestre
que estamos componiendo eso ahora.
Se aferró a su pezón con su boca caliente y Jasper le mordió el hombro desde atrás, ambos hombres continuaron follándola, duro y rápido.
Su cuerpo se sacudió, cada parte de ella empezó a temblar. Luchó contra  el orgasmo que se aproxima con todo lo que tenía. Su coño, el culo, los pezones, Jasper mordió, sus cuerpos calientes, sudorosos, los ojos vendados, todo a lo que la había sometido y todo lo que le había negado.
¡Era demasiado!
—Todavía no…— comenzó Edward.
Pero ella explotó. Su orgasmo se la llevó con tanta fuerza que ella gritaba y lloraba y se resistía. Su corazón golpeaba y sentía como si su piel estuviera en llamas, su cuerpo entero en fuego. Las sensaciones no se detenían mientras continuaron empujando dentro y fuera de su cuerpo. Se sentía como si estuviera volando, pero anclada al mismo tiempo por los dos hombres que estaban follándola.
Orgasmo tras orgasmo sacudieron su cuerpo.
—No más, profesor—sollozó.—No puedo soportarlo más.
—No pasaste tu final—dijo Edward con voz ronca por el esfuerzo.—Te viniste sin permiso.
—Lo siento, profesor. —Isabella se estremeció por el placer extremo mientras que más espasmos arrasaban en ella. Sintió su núcleo oprimiendo su polla con cada contracción de su coño. Sintió la
opresión en el culo mientras Jasper se conducía dentro y fuera.
Jasper dio un grito, bombeó sus caderas unas cuantas veces más y luego se mantuvo aún dentro de ella. Edward lo siguió unos momentos más tarde, un fuerte grito rasgando de él. Su núcleo se cerró sobre su polla y ella sentía cada pulso.
Por un momento, los tres se quedaron allí. Sudorosos, los cuerpos de los hombres adheridos contra el suyo, y el olor fuerte del sexo y la testosterona.
Jasper se retiró y se sintió parcialmente vacía sin él dentro de ella. Soltaron cada  uno de sus puños de cuero, liberándola, y ella se desplomó contra Edward. Él la abrazó con fuerza y Jasper le quitó la venda de los ojos.
Parpadeó, enfocando lentamente la sala, mientras miraba hacia arriba a los ojos de Edward. Continuó sintiendo las contracciones residuales y cuando él se movió un poco, se desató un conjunto más de espasmos.
Se echó hacia atrás y lo miró. Maldición, era hermoso. La tomó por sorpresa  dándole un duro, exigente y posesivo beso.

Finalmente la dejó resbalar por su cuerpo y retiró su polla. Ahora se sentía completamente vacía. Apenas pudo mantenerse de pie mientras Jasper y Edward se deshacían de sus condones.
—Parece que tendrás que tomar un nuevo examen si planeas pasar esta clase,  señorita Swan—dijo Edward con una expresión seria.—¿Crees que puedes pasar al siguiente?
Dio un débil, agotado asentimiento, a pesar de que no estaba segura en absoluto.
—Sí, profesor.

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