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lunes, 13 de marzo de 2017

Castigando a Isabella prologo






Prólogo


–El lote siguiente, una fina pieza de carne femenina de la antigua Tierra. Miren esas tetas, señores, firmes y rellenas, esos prometedores pezones rojizos en el punto exacto para ser chupados. Y su coño, juraré por el dios que queráis que nunca he sentido uno más apretado en todos mis años como tratante de esclavos. Y esta boquita dulce, absolutamente perfecta para chupar la polla… – El subastador tuvo que apartar su mano rápidamente, antes de que un grupo de dientes blancos se cerraran sobre sus dedos.
¡Maldición, estaba perdida!
La sargento Isabella Swan miró a su captor mientras él sacudía sus dedos rechonchos fuera de su alcance. Esos dedos no eran lo único que le gustaría morderle, pero con las muñecas encadenadas al arco de piedra por encima de ella, estaba limitada en cuanto a sus opciones. Estaba arrodillada desnuda sobre un escenario de madera sin pulir y por las manchas en las tablas bajo ella, estaba adivinando que, a lo largo de los años, habían visto mucha sangre, sudor y lágrimas, por no hacer mención a otros fluidos corporales.
–Como estaba diciendo antes de ser interrumpido tan groseramente, señores, esta pequeña terrícola tiene mucho que ofrecer. – Alegremente, el esclavista le tocó los pezones con su vara larga y delgada, y Isabella sintió la frescura seguida inmediatamente por una calidez creciente cuando un pálido gel rosado se extendió sobre sus pezones cautivos. ¡Otra vez no! Ella apretó los  dientes, sabiendo lo que seguía.
Los nudos de amor drusinianos que llevaba alrededor de sus pezones respondieron al gel y estos se contrajeron de forma convulsiva, tirando y aumentando la tensión del delgado cordón plateado que bajaba hasta su coño abierto. Isabella jadeó y se mordió el labio para luchar contra la extraña  sensación mientras el nudo que rodeaba su clítoris hinchado se contraía también. Juró en voz alta mientras su espalda se arqueaba de placer involuntario y no deseado y miraba al esclavista, con odio ardiendo caliente en sus ojos azul pálido.
–¡Tiene temperamento! – Uno de los posibles compradores gritó desde le multitud y hubo murmullos de acuerdo de los hombres que lo rodeaban.

–Eso hará más divertido domarla, caballeros. – Aseguró el esclavista. – Después de todo, ¿quién quiere una flor marchita cuando puede tener una mujer demonio en su lugar?
–Una mujer marchita no es probable que te muerda la polla, – gritó otro hombre. Sus palabras levantaron una ola de risas en el aire cálido y seco de la plaza del mercado de Orthan. Isabella echó hacia atrás su larga melena de pelo rubio plateado y enseñó los dientes. Quizás, si podía hacerse lo suficientemente poco atractiva, V no sería capaz de venderla.
Al ver lo que estaba haciendo, el subastador se inclinó sobre ella y le susurró al oído, –arruina esta venta, moza, y te juro que te entregaré gratis a los burdeles más ruines, baratos y sucios del planeta antes de la puesta de sol.
Isabella empezó a enseñar los dientes otra vez pero lo pensó mejor. V no  había conseguido la reputación de ser el más despiadado de los comerciantes de esclavos de la galaxia jugando limpio. Si decía que la entregaría al peor lugar posible, ella le creía. Pero, maldita sea, no quería que la vendieran ni la  entregaran a nadie, especialmente a ninguno de los personajes que estaban plantados delante del escenario de madera comiendo su cuerpo desnudo con los ojos. Algunos de ellos eran, obviamente, sólo compradores ocasionales, ricos ociosos de Ortha Seis interesados en ver un espectáculo gratuito. Pero algunos de esos hombres en la multitud tenían la mirada cruel de los criminales de carrera. Si era comprada por uno de ellos, Isabella estaba bastante segura de que tendría una vida miserable hasta que su tripulación consiguiera encontrarla. Si conseguían encontrarla, en realidad. No era como si le hubiese dicho a alguien a dónde iba o cuáles eran sus planes.
¡Estúpida, estúpida, estúpida! Se reprendió a sí misma por centésima vez. Estúpida por dejar su nave y su tripulación sin que conociesen su paradero. Estúpida por pensar que podía capturar al traficante de esclavos intergaláctico conocido como V por su cuenta. Y sobre todo, estúpida por dejar que un hombre como su comandante en jefe, el capitán Cullen, la pinchara para hacerlo. No es que él se hubiese burlado realmente de ella o sugerido siquiera remotamente que debería ir por su cuenta y hacer algo tan tonto. No, eso había sido todo idea de Isabella. Ella había tenido la loca idea de que podría impresionarlo de algún modo y conseguir su aprobación, aunque por qué su aprobación significaba tanto

para ella, realmente no lo sabía. Después de todo, el capitán Cullen era zentoriano,  y todos sabían que los zentorianos ni siquiera tenían emociones. O, si las tenían, ciertamente no las mostraban.
¿Por qué me preocupa lo que él piense? Se preguntaba a sí misma. ¿Por qué debería importarme? Y lo que es más importante, ¿por qué me preocupaba tanto que voy, y por una broma estúpida como esa, consigo ser vendida en una subasta de esclavos ilegal?
Se había hecho esa pregunta muchas veces pero la respuesta todavía no llegaba. Mientras los nudos de amor drusinianos se apretaban alrededor de sus pezones y de su clítoris una vez más, provocándole otra ola de placer no deseado, exploró la multitud y pensó en cómo se había metido en ese lío en primer lugar.
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Bueno este es el prólogo mañana subir e el primer capítulo espero les guste si no comenten gracias  por leer.

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